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Lourdes Dueñas. Barcelona-El Carmel

Mi experiencia como tallerista ha sido y es un gran privilegio. Compartir unos días con las comunidades a las que he ido,  ha sido algo muy enriquecedor. Salir de mi comunidad, estar con otras, vivir la pluralidad que somos, la llamada del Señor que una y otra vez nos impulsa a seguir siendo fieles.  Ver a los hermanos y hermanas en esos momentos, con las disposiciones, dudas, interrogantes, certezas… después de la Asamblea me enriquece.  Creo que es  muy positivo y un privilegio disponer de espacios así para escucharnos, creo que de fondo hay una llamada a ser valientes y salir de la zona de confort en la que estamos cada uno o como comunidad. 

Creo que nos merecemos espacios así.  Creo que las comunidades estamos llamadas a buscar nuevas maneras de vivir la vocación, de comunicar, de dialogar sobre tantas cosas, de tomar decisiones en este momento de la historia que vivimos.  He visto como los hermanos participaban y dialogaban entre ellos con sintonía, abiertos, con necesidades de tener espacios para dialogar tranquilamente y en un contexto “no formal” a como estamos acostumbrados de forma tradicional.  He percibido desde el primer momento que necesitamos de momentos de diálogo compartido poniendo en marcha la escucha generativa tan importante para la vida y he sido testigo de que se compartían aspectos de la vida que de otro modo igual no es tan fácil que surjan por estar sumergidos en la vida trepidante que llevamos, he percibido el profundo agradecimiento cuando surgían de forma espontánea momentos así.

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TXELU LOBATO. BIZKAIA-HAIZEA

Está siendo un regalazo, un auténtico “chute” de comunión, de encuentro y de estímulo personal. Debo reconocer que me hizo mucha ilusión la propuesta de Karmele y, desde luego, no me ha defraudado. 

Trasladar el acontecimiento que vivimos en la Asamblea y recrearlo junto a los hermanos me ha movido un poco por dentro y por fuera. Diría que me ha puesto en camino, me ha movilizado en este momento nuevo que vivimos y me está gustando. Participar de esta dinámica tan creativa y sugerente me está atrayendo hacia fuera, impulsado por ese viento “haizea” que unas veces mece y otras agita a nuestras comunidades, para ventilar con soplo fresco nuestras formas, nuestras casas y nuestra mirada.

En lo personal está reafirmando la certeza de que el Espíritu está actuando permanentemente, que no nos estamos equivocando cuando ponemos a los pobres en el centro, donde está Jesús, donde tenemos el corazón, por donde transitan los caminos que nos orientan a las estrellas. 

Siento despertar en mí intereses y disposiciones que estaban un tanto apagadas, enterradas por el paso de la vida, por las rutinas, por la falta de espacios, la poca fe y un deteriorado sentimiento de “esto es lo que hay”. El cambio de posición ha sido ponerme en clave de salida; asumir una tarea y ponerme manos a la obra: entrar en el proceso, hacer mías las propuestas, rezar y pensar en los hermanos concretos, el vértigo de sentirte parte de este momento renovador que estamos viviendo en el Movimiento. Me están ayudando mucho las imágenes y palabras sencillas, los nuevos roles, las ganas de participar y la certeza de que el camino se hace andando.

Destacaría la vida que estoy recibiendo, el testimonio sencillo de fe y de amor de todos, el encuentro fraterno con algunos después de tantísimo tiempo... Es una gozada lo que nos queremos y lo que queremos a Jesús. Me emociona el encuentro con los hermanos, el vínculo familiar entre nosotros y el calor de hogar. Es un gran tesoro. Que no falte la sonrisa y la alegría de vivir en todas nuestras casas.

Me estoy sintiendo afortunado de visitar a las comunidades, de pasar unos días con los hermanos y compartir sus vidas, sus vecinos, sus voluntarios, sus proyectos, ... Comer y beber, celebrar la fortuna de haber sido llamados a seguir a Jesús como Adsis y confirmar el compromiso de que la fe y el amor crezcan en mis hermanos y los que me rodean.

El Señor nos ha hecho y nos hace un gran regalo.

Gracias a todos por hacerlo posible.