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Por Rafael Lería Ortega, SJ. De Equipo Itinerante de la Amazonía.

La lucha por los derechos indígenas es colectiva. De norte a sur de Brasil, los pueblos indígenas se movilizan para defender los derechos que les competen garantizados en la Constitución de 1988, gravemente amenazados por el poder anti-indígena y, todavía más, con el escenario actual político que no es nada favorable a las cuestiones indígenas.Frente a los órganos públicos, los pueblos indígenas piden constantemente el respeto a los derechos indígenas garantizados en la Constitución gritando “basta ya” ante el desprecio los derechos constitucionales, a las violencias y amenazas cometidas contra los pueblos indígenas, a la precariedad de las escuelas indígenas, a las interferencias políticas partidarias en las instituciones que tienen responsabilidades y atribuciones en las cuestiones indígenas.

Con la amenaza de retrocesos a los derechos de los pueblos indígenas, sobre todo por la demarcación y homologación de las tierras indígenas en el Brasil, las movilizaciones a nivel nacional y local están marcadas por el manifiesto contra la propuesta de enmienda constitucional (PEC 215). Esta propuesta podría suponer el fin a los derechos territoriales de los pueblos indígenas al transferir todas las demarcaciones para aprobación en el Congreso, que está dominado, en esta legislatura, por enemigos de los pueblos indígenas, como la llamada bancada ruralista o los evangélicos.

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Indígenas del Pueblo Moxenho, en San Ignacio de Moxos, Departamento del Beni (Bolivia)

Considerando la situación de vulnerabilidad e inestabilidad de los derechos humanos de los pueblos indígenas continúan luchando por el derecho a vivir, expresan sus indignaciones y siguen exigiendo la atención y las medidas necesarias de las autoridades públicas y del gobierno para situaciones como estas. Las tierras indígenas, consideradas como madre tierra, son la base de todo para el buen vivir de los pueblos indígenas. De la tierra sacan la alimentación y todo lo que necesitan para mantener su cultura; por eso, la defienden de cualquier latifundio, de apropiaciones sin títulos de propiedad y de exploraciones ilegales.

Los pueblos indígenas hoy quieren más atención a la salud indígena porque ésta vive en crisis permanente, amenazando a la organización social y a las culturas indígenas. El gobierno debe garantizar una salud de calidad, con equipamientos, con puestos, medicinas y profesionales capacitados y preparados, preferentemente indígenas de las propias comunidades.

Transformar los pueblos indígenas en pobres (que esto es lo que pretende el explotador) es tener aquella visión que concibe a los pueblos indígenas como una subespecie de pobres. “Nosotros, los pueblos indígenas amazónicos no somos pobres, somos ricos porque tenemos la floresta, los ríos, la naturaleza” decía Santiago Manuin, un joven líder indígena Awajum Wampis. La pobreza es condición que debe ser remediada, porque un indígena es una cosa muy diferente de un pobre. Ellos no quieren ser transformados en alguien igual a nosotros, los blancos. Lo que ellos desean y quieren es poder permanecer diferentes a nosotros. Ellos quieren que reconozcamos y respetemos su diferencia. Los pueblos indígenas tienen el derecho a decidir sobre sus propias vidas, y tienen amplio conocimiento de lo que puede afectar sus vidas y de sus comunidades, pudiendo así, influenciar las decisiones del gobierno que afecten sus derechos.

plumasMi experiencia de Dios, en medio de los pueblos indígenas, puede ser resumida en algunas palabras llave como: comunidad, relacionalidad, armonía con la naturaleza. Reciprocidad en todos los niveles como expresión de un permanente dar y recibir, aprender y enseñar, superando todo tipo de dicotomías, colonialismos y exclusiones. Espiritualidad y mística como experiencia cotidiana de lo sagrado. Sabiduría como experiencia de vida heredada de los ancianos y recreada en cada generación con gran simplicidad. Dimensión festiva de la vida, como actualización y placer constante de todo lo que esperamos y creemos.  Dimensión práctica, como reflexión que nace de la vida, ruptura con prácticas alienantes y regreso a la vida para transformación según el sueño de Dios en sus culturas. Cada una de sus palabras en las conversaciones representa una crítica al mundo globalizado con sus ideologías, falsas promesas, y alienaciones. La comunidad quiere ser una alternativa al individualismo, la armonía exige igualdad, reconocimiento de los otr@s, la simplicidad cuestiona el paradigma del crecimiento que produce lo des-necesario, y al consumismo de nuestros tiempos. La marcha del Estado del bienestar al estado del buen vivir es larga y dura. Vivimos en Latinoamérica una vez más la histórica incomprensión de la cuestión étnica. Los indígenas hoy quieren dignidad, calidad de vida, justicia y paz.

En medio de los pueblos indígenas, me siento un ser privilegiado y siento profundamente la singular revelación de Dios. El ser humano tiene dificultad para aceptar que allí donde Dios quiere revelarse es precisamente lo último y lo escondido, siempre desde lo último y entre los que no cuentan. ¡Qué tan lejos estamos de estar tan cerca! para “que sean respetados los pueblos indígenas amenazados en su identidad y hasta en su misma existencia”.

Artliculo original de Entre Paréntesis aquí

 

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Pedro Jiménez

Biólogo y cura Adsis