Viernes Santo, mártires y crucificados de hoy.
El pasado dia 3 de marzo asesinaron a esta lider indígena en Honduras. El goteo sigue y de vez en cuando nos enteramos de algun mártir de estos…
Conozcamos esta situación y esta ejemplar líder…
La ecologista Berta Cáceres, conocida activista de Honduras, fue asesinada este jueves en la madrugada en La Esperanza, en el oeste del país.
Cáceres era líder de la comunidad indígena lenca y una prominente defensora de los derechos humanos. De acuerdo con fuentes locales, los asesinos entraron a la fuerza en su vivienda para cometer el crimen.
La madre de Cáceres reveló que la policía dice que se trató de un intento de robo.“Pero todos sabemos que fue por su lucha”, agregó en declaraciones.
En abril de 2015, esa lucha le valió a Berta Cáceres el Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente.
Fue entonces cuando BBC Mundo la entrevistó y publicó el siguiente artículo:
Una madre de cuatro hijos cuya campaña contra un polémico proyecto hidroeléctrico con financiación internacional le valió esta semana uno de los premios ambientales más prestigiosos globalmente, el premio Goldman, conocidos como los Nobel del Medio Ambiente. Berta Cáceres organizó al pueblo lenca, la mayor etnia indígena de Honduras, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. La construcción estaba prevista en el noroeste del país en el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia.
La campaña emprendida por Cáceres logró que el constructor más grande de represas a nivel mundial, la compañía de propiedad estatal china Sinohydro, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invierte en el sector privado, también abandonó la iniciativa. Pero las amenazas de muerte contra Cáceres no han cesado en el país centroamericano, el más peligroso en todo el mundo para los defensores ambientales, según un informe divulgado esta semana por Global Witness, una ONG con sede en Londres. El informe titulado “¿Cuántos más?” señala que en 2014 Honduras fue el país que registró más asesinatos per capita de defensores del ambiente en todo el mundo.
De las 116 muertes de ambientalistas que se documentaron el año pasado –el número real puede ser mayor– casi tres cuartas partes ocurrieron en América Latina,
especialmente en Honduras, Brasil y Perú. En el caso de Honduras, entre 2002 y 2014 se produjeron 111 asesinatos de activistas ambientales en territorio hondureño. “Más de 80 tuvieron lugar sólo en los últimos tres años en una región, Bajo Aguán”, dijo Chris Moye, de Global Witness, a la BBC.
La ONG cuestiona que mientras los gobiernos se reúnen constantemente a discutir en foros globales el cambio climático, quienes están a la vanguardia de la defensa de ríos y bosques mueren impunemente sin siquiera generar cobertura en la prensa internacional. Para Chris Moye, el caso de Berta Cáceres es representativo de la persecución sistemática a la que se enfrentan los defensores del ambiente en Honduras.
¿Cuál es la historia de esta mujer cuyo pueblo se considera guardián de los ríos?
“Aprendí de mi madre” Crecí en un hogar dirigido sólo por mi mamá y desde temprano ella trabajó en la defensa de los derechos humanos.
Su madre, doña Berta, fue partera, enfermera y alcaldesa y en la peor época de la represión de los 80 se dedicó atender la salud de refugiadas salvadoreñas.
“A mi madre le tocó vivir dictaduras, golpes de Estado, y hasta hoy en día me motiva para continuar con esta lucha“. La actitud frente a la vida de doña Berta marcó profundamente a su hija. De niña ayudó a su madre, participó luego activamente en organizaciones estudiantiles y en 1993 cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, COPINH.
“Pueblo milenario” La defensa de la naturaleza es parte del ADN de Cáceres y está enraizada en su identidad lenca. “Actualmente somos más de 400 mil lencas. Somos un pueblo milenario en Honduras y el oriente de El Salvador“. “Nos consideramos custodios de la naturaleza, de la tierra, y sobre todo de los ríos”, dijo Cáceres a la BBC. En la tradición lenca, en los ríos residen los espíritus femeninos y las mujeres son sus principales guardianas. Una de las mayores luchas por esos ríos ha sido de Agua Zarca. Fue en 2006 que la comunidad lenca de Río Blanco buscó la ayuda de la organización fundada por Cáceres. “Comenzó a ingresar maquinaria pesada al lugar. Ahí se dieron cuenta que era un proyecto hidroeléctrico, nadie del gobierno les había comunicado nada”. El proyecto de la represa de Agua Zarca fue aprobado con una concesión a la empresa hondureña Desarrollos Energéticos SA, DESA, que inicialmente logró el respaldo de la compañía china Sinohydro.
La organización que concedió el premio a Cáceres señala que a partir del golpe de estado de 2009, Honduras vio un aumento explosivo de megaproyectos, especialmente vinculados a la provisión de energía barata para concesiones mineras. La represa de Agua Zarca “hubiera significado desplazamientos y hubiera impedido a la comunidad desarrollar sus actividades agrícolas. No sólo se privatiza el río sino varios kilómetros a
la redonda”, dijo Cáceres a la BBC. En esos proyectos “el río deja de ser de las comunidades y pasa a manos privadas”.
Bloqueo y “hostigamiento militar” En más de 150 asambleas indígenas las comunidades lencas expresaron el rechazo a la construcción de la represa sobre el río Gualcarque. El proyecto hidroeléctrico negó, según Cáceres, el derecho de consulta libre, previa e informada, garantizada en el convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas, ratificado por Honduras. Ante la falta de respuesta del gobierno, en 2010 Cáceres llevó la protesta a la capital, Tegucigalpa, para exigir al Congreso el rechazo al proyecto hidroeléctrico. “Pero otorgaron los ríos a empresas privadas por más de 30 años“. Finalmente, en 2013, el pueblo lenca comenzó una toma indefinida de carreteras para impedir la entrada de maquinaria. El bloqueo duró más de un año y fue según Cáceres uno de los períodos más difíciles. “Había presencia y hostigamiento militar, policial, guardias privados, sicarios. Incluso la policía hizo acciones en que apuntó los cañones de sus fusiles a las cabezas de niños y niñas y ancianos de Río Blanco”. Tres líderes lenca fueron asesinados durante la campaña de Agua Zarca, según Global Witness. Uno de ellos fue Tomás García. El militar que le disparó durante el bloqueo fue detenido por unos días y luego puesto en libertad.
El retiro del gigante chino. A finales de 2013, Sinohydro dio por terminado el contrato con DESA, señalando públicamente como motivo la continua resistencia comunitaria.
La Corporación Financiera Internacional retiró posteriormente su financiación citando
inquietudes sobre violaciones de los derechos humanos. Y organizaciones internacionales como Amigos de la Tierra instan ahora a otra empresa, la alemana Voith Hydro, a que abandone su respaldo al proyecto.
Luego de una visita a la región en diciembre, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció “reportes que apuntan a una completa ausencia de las medidas más básicas para dar respuesta a denuncias de graves violaciones a los derechos humanos (…) a pesar de patrones de violencia identificados por organizaciones campesinas en relación a la posible participación del Estado en los presuntos incidentes”.
“Me lo dijo el río” Dos de los hijos de Cáceres ya abandonaron Honduras por temores de seguridad. “Cuando iniciamos la lucha contra Agua Zarca yo sabía lo duro que iba a ser pero sabía que íbamos a triunfar, me lo dijo el río”. “Seguiremos ya no sólo como pueblo lenca sino con otras organizaciones con la esperanza de cambiar la situación en nuestro país”, dijo Cáceres a la BBC. “No nos queda otro camino más que luchar”. “Lo que nos inspira no son los premios sino los principios. Aquí, con reconocimientos o sin ellos, hemos luchado y lo vamos a seguir haciendo”.
“Es fácil que a uno lo maten en la lucha por el medio ambiente”
La persecución y violencia contra quienes defienden el medio ambiente es una constante en aquellos países donde empresas transnacionales extractivas, hidroeléctricas o del sector agroindustrial tienen intereses, muchas veces en connivencia con los poderes políticos y financieros. Según el último informeinforme de Global Witness, en 2014 fueron asesinados 116 activistas medioambientales en 17 países, un 20% más que en 2013. Más de dos personas mueren cada semana en el mundo por defender sus tierras, sus ríos o sus bosques frente a la explotación. La investigación “¿Cuántos más?” señala a Honduras como el país más peligroso per cápita para estos activistas. El 40% de los asesinados son miembros de pueblos indígenas, como el lenca, al que pertenecía Berta Cáceres.
No es casual, por ejemplo, el auge de las empresas de seguridad privada en Honduras. Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, el número de guardas de seguridad privados es cinco veces superior al de policías, existen unas 700 empresas de este tipo en el país y la mayoría de ellas pertenecen a antiguos altos cargos de la policía o el ejército.
Quienes se oponen a estos megaproyectos son duramente reprimidos. “Los que rechazamos estos proyectos de muerte somos amenazados, amenazan nuestras vidas, nuestra integridad física y emocional, la de nuestras familias y comunidades enteras, nos quieren negar la existencia como pueblos originarios. Vivimos en un clima de impunidad y de nula administración de justicia”, sostiene esta mujer, que ha experimentado prácticamente todas las formas de criminalización posibles.
Berta ha perdido a varios compañeros. El último de ellos, Moisés Durón Sánchez, de 54 años, “un hombre que luchó por el territorio y fue asesinado por unos sicarios recientemente”. O Tomás García, asesinado a tiros por el ejército hondureño durante una manifestación pacífica contra la presa de Agua Zarca en 2013. O William Jacobo Rodríguez, tras cuya muerte se acusó de torturas y amenazas a policías que protegían el proyecto hidroeléctrico. O el hermano de este último, Maycol Rodríguez, un niño de 14 años, guardián del río, que se dedicaba a cultivar maíz en esas tierras ancestrales objetivo de la empresa, cuyo cuerpo apareció en el agua con signos de tortura.
El uso ilícito de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad del Estado hondureño y la vinculación de miembros de la policía y el ejército en casos de intimidación, amenazas y supuestos asesinatos de defensores del medio ambiente ha sido documentado. “En este país impune, responsable de graves violaciones de derechos humanos, los que luchamos por la tierra, por el agua, por el territorio para la vida, para que no caiga en manos privadas y sea destruido, ponemos la vida en riesgo. Aquí es muy fácil que a uno lo maten. El coste que pagamos es muy alto. Pero lo más importante es que tenemos una fuerza que viene de nuestros ancestros, herencia de miles de años, de la que estamos orgullosos. Ese es nuestro alimento y nuestra convicción a la hora de luchar”, destaca la ganadora del Goldman.
“Tuve que hacer muchas cosas para protegerme” Para Berta Cáceres, a la defensa activa de los derechos del medio ambiente se le suma el hecho de ser mujer. El desafío es doble. “No es fácil ser mujer dirigiendo procesos de resistencias indígenas. En una sociedad increíblemente patriarcal las mujeres estamos muy expuestas, tenemos que enfrentar circunstancias de mucho riesgo, campañas machistas y misóginas. Esto es una de las cosas que más puede pesar para abandonar la lucha, no tanto la transnacional sino la agresión machista por todos lados”.
Berta ha sido acusada de “ser un peligro para la seguridad del Estado”, o de incitar a otras personas a cometer delitos. La han detenido en varias ocasiones y, en septiembre de 2013, dictaron una orden de encarcelamiento. Su caso fue recogido por Amnistía Internacional, que lanzó una ///8854acción urgenteacción urgente en su defensa. Durante unos meses vivió en semiclandestinidad y dos de sus hijas han tenido que abandonar el país. “Tuve que hacer muchas cosas para protegerme. En este país hay que inventar porque si no uno no sobrevive, y eso solo es posible con el respaldo de la comunidad. Pude haberme ido, haber pedido asilo político pero no quiero, es aquí donde quiero luchar”.
“Nuestras luchas se invisibilizan” Luchar también por la visibilidad de lo que está sucediendo en los territorios indígenas y, en eso, reconoce, todo aquello por lo que ha pasado y el premio recibido ayudan. “Nuestras luchas se desprecian e invisibilizan porque para quienes tienen el poder político y económico son un mal ejemplo. Inspiran la lucha emancipatoria de los pueblos y demuestran que sí son posibles otras formas de vida que protegen el planeta. Esto es contrario al proyecto de dominación hegemónica que se impone en todo el mundo y que pretende saquear los recursos estratégicos de los pueblos”, denuncia.
En este sentido, y desde su experiencia sobre el terreno, Berta lanza un mensaje a los líderes mundiales que se reunirán a finales de este año en París en la Conferencia sobre el Clima, la COP21COP21 : “Basta de hablar y hablar, queremos que actúen y eso empieza por el reconocimiento de que la destrucción ambiental y el cambio climático tienen razones estructurales. La gran causa es el capitalismo y mientras que no se eche atrás este sistema depredador se seguirán reuniendo en todo el tiempo que quede para la destrucción total del planeta”.
Reacciones a su asesinato:
Pero el compromiso de Berta no sólo fue con su pueblo y la defensa de su entorno, también lo fue con la democracia. Junto a otros compañeras y compañeros, encabezó las movilizaciones de protesta contra el golpe de Estado del 28 de junio del 2009 que derrocó al presidente legítimo de Honduras Manuel Zelaya. En ese contexto, esta líder indígena denunció también, en diferentes momentos, la presencia militar
de EE UU en Honduras, la cual a través de operaciones “cívico-militares” se desplazó a lo largo y ancho del territorio lenca amenazando con instalar nuevas bases militares en el país, buscando profundizar el rol de este territorio como una importante plataforma militar estadounidense que opera como centro de entrenamiento táctico avanzado y tareas militares conjuntas que dependen del Comando Sur.
Desde su cinismo, el Gobierno hondureño en palabras de su coordinador general Ramón Hernández Alcerro repudió hace unas horas el asesinato de la líder indígena, calificándolo de “abominable y deleznable”. Sin embargo, el hecho de gozar de medidas cautelares debido a las múltiples amenazas de muerte sobre su persona, sus hijos y su madre, no impidió que esta madrugada dos pistoleros a sueldo regaran su sangre sobre el territorio por el que entregó su vida. Todo ello en el país más peligroso de América Latina para los defensores de la vida.
Berta, los que te conocimos recordaremos siempre como incluso en los momentos más duros se iluminaba tu sonrisa. Tu sangre es la misma sangre que corrió por las venas de líder indígena Lempira, quien encabezó la lucha de tu pueblo 500 años atrás frente a la conquista española. Fuiste forjada con ese mismo material del que se forjan los sueños, y como todos y todas sabemos, nuestros sueños, tus sueños, no mueren por la metralla.
Tristeza e indignación por el asesinato de Berta Cáceres
Berta Caceras es una de las principales líderes indígenas de Honduras. Pasó su vida luchando por la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, particularmente a su territorio y bienes naturales. En el 2015, Berta ganó el premio Goldman por su lucha y liderazgo incansable como defensora. Su muerte tendrá un impacto profundo en las comunidades Lencas con las que trabajaba, en COPINH, en el movimiento social de Honduras, y en todos quienes la conocieron.
El 25 de febrero, otra comunidad Lenca apoyada por COPINH en Guise Intibuca fue desalojada violentamente y destruida. Es urgente demandar una investigación exhaustiva e inmediata de los hechos ocurridos. COPINH enviará más información en la medida en que la vaya teniendo.
CIDH repudia asesinato de Berta Cáceres en Honduras
Washington, D.C. – La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) manifiesta su profundo repudio ante el asesinato de Berta Cáceres, reconocida defensora de derechos humanos, lideresa indígena y coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Berta Cáceres era beneficiaria de medidas cautelares otorgadas por la CIDH en 2009 y en repetidas ocasiones había denunciado de forma pública la situación de grave riesgo y hostigamiento en la que se encontraba.
De acuerdo a información de público conocimiento, en la madrugada del 3 de marzo de 2016, personas armadas entraron a su domicilio en La Esperanza, departamento de Intibucá, donde le dispararon causándole la muerte de forma inmediata. Una semana antes del asesinato, Berta Cáceres denunció en una rueda de prensa los asesinatos de cuatro líderes de su comunidad, así como amenazas en contra de ella y otros defensores y defensoras de derechos humanos. La Comisión Interamericana expresa su consternación y preocupación por el hecho de que este asesinato haya tenido lugar, a pesar de las medidas cautelares otorgadas a su favor y después de la última reunión de trabajo, que tuvo lugar en la sede de la CIDH el 21 de octubre. En efecto, en dicha reunión la CIDH llamó la atención a la delegación del Estado sobre la situación de riesgo de Berta Cáceres y sobre las falencias en la implementación de las medidas de protección a su favor. Asimismo, la CIDH consultó sobre las razones por las cuales no se adelantaba una investigación efectiva destinada a remover los factores de riesgo que perpetuaron los continuos hechos de violencia y hostigamientos en su contra. En seguimiento a la situación de riesgo de la beneficiaria de la medida cautelar, la CIDH envió una carta al Estado de Honduras el 8 de diciembre de 2015 solicitando información sobre las medidas de protección e investigación que se debían adoptar. Según información reportada por el COPINH, los hechos de violencia continuaron y el 20 de febrero de 2016 durante una caminata pacífica contra la implementación del proyecto hidroeléctrico “Agua Zarca”, más de 100 personas, entre las que se encontraba Berta Cáceres, fueron presuntamente detenidas y hostigadas por fuerzas de seguridad.
EN VIDA NUEVA: Berta Cáceres, la líder indígena que dio la vida por la Laudato si’ Denuncian su asesinato en Honduras por oponerse a las multinacionales. Honduras está conmocionada tras el asesinato en La Esperanza (Intibucá), el 3 de marzo, de la líder indígena lenca Berta Cáceres. Aunque según las autoridades fueron unos ladrones que asaltaron su casa, las ONG denuncian que es un asesinato político por su condición de coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Su muerte se suma a las de los 111 defensores del medio ambiente asesinados en el país desde 2002. Aunque ella era la principal voz en la defensa de las comunidades indígenas, campesinas y femeninas frente a las multinacionales. Su prestigio internacional era tal que, en 2014, leyó en Roma ante Francisco el comunicado final del Encuentro Mundial de Movimientos Populares.
Una de las personas que la conocía bien es María Paulina Bejarano, secretaria general de la Asociación para el Desarrollo de Honduras (ADROH), organización surgida hace 20 años a iniciativa de un grupo de celebradores de la Palabra y que está integrada por
2.000 campesinos lencas (el 30% son mujeres). En charla con Vida Nueva, enfatiza la “incorruptibilidad” de la fallecida “frente al Gobierno de Juan Orlando Hernández, que ha entregado a grupos de poder la concesión de los ríos sin la exigida consulta previa,
sobre todo en tierras de los pueblos originarios. Por Agua Zarca, Berta se enfrentó al Banco Mundial y a China… Le valió la criminalización, la persecución y la muerte”.
Algo de lo que Bejarano apunta a un último responsable: “Es un asesinato político, por lo que el Estado de Honduras es el responsable al no haber cumplido con las medidas cautelares de las que gozaba Berta, otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Es significativo, además, que el FBI esté aquí para apoyar en la investigación”. La representante de ADROH siempre recordará a su compañera como “la voz de los indígenas lencas y de los campesinos de Intibucá”, así como su compromiso, también cristiano, desde la acción, trabajando en alianza con las parroquias de Atlántida o con el ERIC y Radio Progreso, iniciativas del jesuita Ismael Moreno.
La Iglesia también clama. El asesinato de Berta Cáceres ha despertado una ola de condena que ha llegado a todas las esferas. A nivel eclesial, el Movimiento Católico Mundial por el Clima y la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) señalan en un comunicado que “defender el medio ambiente, los derechos humanos y la Casa Común de la humanidad fue el delito que los poderosos nunca le perdonaron”. Desde una perspectiva global, más de un centenar de organizaciones sociales de América y Europa (por España están desde CCOO hasta Manos Unidas, entre muchas otras) firman un mensaje conjunto en el que denuncian que la persecución a Cáceres ha provenido en parte de “actores estatales”, por lo que, además de exigir al Gobierno hondureño que castigue “a los responsables materiales e intelectuales” del crimen, le piden “reparar la memoria pública de Berta”. La Coordinadora de ONG para el Desarrollo despide a la activista con este sentido lamento: “Han asesinado a Berta Cáceres, pero no saben que vuelve a su tierra, de la que nunca salió; en ella (y con ella) es semilla. Se funde con sus bosques y sus montañas, y con esos espíritus femeninos que, según la cosmovisión del pueblo lenca, son niñas que viven en el río. Desde allá, seguirá vigilante y atenta, cuidando de sus gentes y su entorno. Como dice el escritor boliviano Víctor Montoya, ‘me podrán matar, pero no morir’. Que la tierra te acoja, cálida y tierna”.
Otra reacción beligerante: JUSTICIA PARA BERTA CÁCERES! El Capitán Paul Watson, fundador de la Sea Shepherd Conservation Society, ofrece 30.000 dólares por información que lleve al arresto y condena de la persona o personas que asesinaron en Honduras a la activista ambiental indígena Berta Cáceres.
En 2013, Cáceres había alertado a Al Jazeera diciendo que “El ejército tenía una lista para asesinar a 18 luchadores por los derechos humanos con mi nombre encabezando la lista. Quiero vivir porque hay muchas cosas que todavía quiero hacer en este mundo, pero nunca he pensado en rendirme por la lucha por nuestro territorio, por una vida con dignidad y porque nuestra lucha es legítima. Tengo mucho cuidado pero al final, en este país de impunidad, soy vulnerable… cuando quieran matarme, lo harán”.
En junio del 2013, el Capitán Watson ofreció 30.000 dólares para la detención y condena de la persona o personas que asesinaron en Costa Rica al conservacionista y protector de tortugas marinas Jairo Mora Sandoval. Siete hombres fueron detenidos por el asesinato, pero finalmente fueron absueltos después de que la policía y la fiscalía extraviaran pruebas cruciales. Esperemos que esta vez la oferta de esta recompensa pueda dar información pronta y veraz que lleve a una condena. La identidad de cualquier persona que pueda proporcionar pruebas será protegida. La información quedará a disposición de la Comisión Interame ricana de Derechos Humanos.
“Más de un millar de ambientalistas han sido asesinados en la última década y más del 90% de estos asesinatos han quedado impunes y sin resolver. Me preocupan profundamente estas estadísticas”, afirmaba el Capitán Watson. “Sea Shepherd tiene voluntarios que trabajan para proteger las tortugas marinas en las playas de Honduras, Costa Rica y Colombia. Cada asesinato sin resolver envalentona a aquellos que quieren acabar con ambientalistas que se oponen a proyectos que atentan contra el ambiente en beneficio de mezquinos intereses económicos y recurren a la violencia para eliminar a los ambientalistas que luchan arduamente por la vida y la paz”, decía el Capitán Paul Watson. “Berta Cáceres era una mujer indígena valiente y apasionada y merece que se haga justicia. El gobierno y todo el pueblo de Honduras deben hacer lo humanamente posible para buscar una solución a este crimen, ¡es una prioridad!”, añadía.
Pedro J.
Pedro Jiménez
Biólogo y cura Adsis