UN PASTOR TENIA CIEN MIL OVEJAS
Un pastor tenía cien mil ovejas.Cantidad desorbitada pero real: 75000 universitarios en la ciudad de la Paz, y 25000 jóvenes en el entorno de la parroquia Santa Clara de Asís, en El Alto.
Las cien mil se habían perdido. Adsis recibe la encomienda de coordinar la pastoral universitaria de la arquidiócesis de la Paz, y guiar la parroquia Santa Clara, y sólo alcanzamos a acompañar a cero y decimales por ciento.
Y salió a buscarlas. De nada sirven las excusas o culpar a los antepasados, la iglesia, la sociedad, la tecnología, la secularización… A imagen y semejanza del Buen Pastor, sólo cabe una opción: salir a su encuentro. Planificación estratégica, carteles, cuñas radiofónicas, redes sociales, talleres, charlas, convivencias, retiros, celebraciones, voluntariado, escucha, diálogo, consejo… son algunas de las iniciativas desarrolladas en ambos espacios.
A veces llegó demasiado tarde. Había concertado para un martes un taller con los alumnos del último año de secundaria del colegio Bolivia Mar sobre “proyecto de vida”. El día anterior, lunes, me avisan que una de estas alumnas, llamada Mía, se había quitado la vida. En su casa, repleta de compañeros, profesores y familia, rezamos por su eterno descanso repitiendo las palabras de Jesús: “joven, a ti te digo, levántate”.
Y su memoria es urgencia que impulsa a la acción. “Si hubiera tenido el taller con Mía una semana antes quizás ahora estaría viva”; esta sospecha me corroe por dentro, y su memoria me impulsa a la acción. La vida de tantos jóvenes es muy frágil, pero sagrada, y en su clamor Dios nos grita.
En sus vidas sentimos la presencia del Buen Pastor resucitado. La alegría, el baile, la fiesta, el teatro, la música, el deporte, la iniciativa solidaria, su cercanía, esperanza, creatividad, innovación, amistad, confianza, buen humor… son signos de vida que los jóvenes nos ofrecen llenándonos de estímulo y energía renovada. Cada joven nos ayuda a descubrir la presencia de Jesús resucitado, vencedor de la tristeza y de la muerte.