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Cuando tenía 12 años el profe de literatura nos propuso que eligiéramos una noticia de un acontecimiento internacional para exponer en clase.

Elegí una que relataba un atentado entre palestinos e israelitas; quizás la elegí en aquel momento porque me parecía demasiada la crueldad desatada entre ambos, por un puñado de kilómetros (mi análisis evidentemente era muy simple) Ahí comencé a detectar que había un conflicto fuerte y arraigado entre dos pueblos… el profesor nos ayudó a entender y relacionar algunos acontecimientos históricos para comprender mínimamente desde donde arrancaba aquel crudo conflicto, pero igualmente me parecía desproporcionado.

Pasaron 42 años desde aquel día y acá estamos, casi parados en el mismo lugar… Por eso este intento de escribir este artículo con M. Isabel sobre el conflicto, la violencia, esta realidad que nos atraviesa a cada ser humano, que parece que es permanente y que deseamos vivirla en proceso, que parece que sólo viene de afuera, pero también surge de nuestro interior y que deseamos que haya alguna posibilidad de ver un horizonte posible y diferente. Por eso nuestra intención de contarles de qué se trata la Comunicación No-Violenta…

En el prefacio del libro “Comunicación No Violenta” de Marshall Rosenberg (Pags.13-15), Arun Gandhi (nieto de Mahatma Gandhi) cuenta como, cuando era pequeño, lo enviaron de Sudáfrica a la India, durante un tiempo, con su abuelo Gandhi. El motivo de este viaje era que había sufrido algunos episodios de discriminación. y humillación racial, y no estaba pudiendo manejar la ira.

Según Arun, en su estadía con su abuelo Gandhi, le propuso dibujar un árbol en la pared de su habitación donde debía anotar los actos violentos… lo vivido, lo leído, lo que había realizado hacia otros y otras, lo que otras personas habían realizado hacia él …y le propuso que distinguiera entre los actos violentos físicos y los otros de carácter más emocional (categoría pasiva). Al cabo de unos meses había dibujado toda una pared entera, con ejemplos de actos de violencia “pasiva”.

El abuelo Gandhi terminó por explicarle que la violencia pasiva generaba ira en el individuo y que este como miembro de una comunidad respondía también con violencia. ¡Cuántas violencias “pasivas” no registradas terminan siendo combustible para la violencia física!

¿QUÉ NOS OFRECE LA COMUNICACIÓN NO VIOLENTA (CNV)?

Un camino de regreso a nuestra compasión natural.
Herramientas para vivir lo que anhelamos en nuestras relaciones, sea a nivel personal, interpersonal como grupal, global
Un modo eficaz de conexión con nosotrxs mismxs, y con los demás.
Dejar atrás el efecto dañino que nos producen los juicios, el juego del “tener razón”, la defensa y el ataque, la trinchera, las armas (a veces pueden ser simples palabras, gestos, silencios), los premios y castigos…

¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN NO VIOLENTA (CNV)?

La Comunicación No Violenta es una metodología que nos asiste para poner la atención en nuestro lenguaje.
Supone decidir renunciar a toda forma de violencia.
Es una herramienta para vivir de forma constructiva, los conflictos y las relaciones.
Es una propuesta que desde sus principios fundamentales y en un modelo de 4 simples pasos, nos acompaña en la práctica para desarrollar habilidades al momento de dialogar con el propósito de relacionarnos con los demás en armonía con nuestros valores.
Propone el cuidado de los vínculos humanos.

CUATRO COMPONENTES DE LA CNV

Un método sencillo con un gran poder de transformación:

1. Observación: Actos concretos que observamos que están afectando nuestro bienestar. No evaluamos ni juzgamos.
2. Sentimientos: Cómo nos sentimos en relación con lo que observamos
3. Las necesidades, valores, deseos, etc., que dan origen a nuestros sentimientos
4. Petición: las acciones concretas que pedimos para enriquecer nuestra vida.

Dos actitudes que se necesitan mutuamente:

Honestidad: Expresión honesta de mi vivencia
Empatía al recibir la vivencia del otro.

A MODO DE EJEMPLO….

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Cuando Andrés cierra las puertas, se escucha un ruido fuerte, por la intensidad con que las cierra. Inés, luego de ver, escuchar, varios episodios similares, le dice: ¡Siempre lo mismo! ¡Sos un violento! ¡Deja de golpear tan fuerte las puertas! ¿No piensas que me hace mal escuchar tanta violencia? Andrés: ¿cómo que soy un violento? Se me habrá ido sin querer. Pero ¡qué exagerada que sos mujer! Siempre pensando que es en contra tuya.

Nota: si te imaginas en esta situación, ¿qué aparece en ti? ¿Qué sientes? ¿Cómo te sientes al escuchar a Inés? ¿Cómo te sientes escuchando a Andrés? ¿qué piensas?

ANALICEMOS DESDE LA CNV

  • Siempre lo mismo: está generalizando. No se refiere al momento concreto. No es observación.
  • sos un violento: (le pone etiqueta, suponiendo una actitud, una intencionalidad. No observa. Es un juicio)
  • golpeas la puerta: (en realidad, cierra la puerta de tal manera que hace ruido. Golpear supone una intención de ejercer fuerza)
  • no piensas: (evalúa si él piensa o no)
  • qué exagerada que sos (le pone una etiqueta)
  • siempre pensando…. (generaliza y, además, imagina lo que ella piensa)

Probemos cómo sería esta comunicación desde la CNV:
Inés: Andrés, cuando escucho el ruido de la puerta al cerrarla (observación sin juicio), me sobresalto, me siento molesta, alterada (se hace cargo de los sentimientos que le produce) Porque necesito serenidad, tranquilidad (ahondando, encuentra su necesidad de serenidad, tranquilidad, que es su necesidad no satisfecha) ¿Podrías tenerlo en cuenta al cerrar la puerta? o bien, podríamos incorporar algún tope que impida que haga tanto ruido. (Petición como sugerencia. No impone. Respeta al otro. Chequea su opinión. Propone una solución)

Andrés: gracias Inés por decírmelo.(habla de lo que siente) No me doy cuenta de ese ruido y no sabía que te estaba afectando. (explica más su vivencia. Se responsabiliza de su accionar) Me parece buena idea buscar poner algún tope para que la puerta no se golpee al cerrarla. (responde a la petición)

En este segundo modo, fácilmente reconocemos la honestidad de cada uno y una para decir lo que viven, la empatía para respetar al otro y comprender lo que vive, y la compasión como cuidado del vínculo, en el modo en que hablan, las palabras que usan, las estrategias que buscan para solucionar el conflicto. No perdieron la conexión entre ambos. Lograron recibir al otro tal como está. Lograron escucharse y comprenderse.

¿Cómo aprender a comunicarnos de este modo compasivo?

Los primeros pasos están a nuestro alcance. Es ejercitarnos en estos pasos básicos.

- Tomar conciencia de si observamos o evaluamos. Separar ambos. Lo que tú observas también lo puede observar cualquier otra persona. Solo ves, oyes, saboreas, hueles, tocas. No pones ninguna interpretación.
- Ampliar nuestro lenguaje de los sentimientos. Lo que siento ante lo que observo. Si es agradable (imagen izda) Si es desagradable. (imagen dcha)

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TESTIMONIOS

Cuando me pregunto por qué me llamó tanto la atención la CNV, percibo en mí una curiosidad fuerte… atracción, motivación...me siento renovado e ilusionado porque es posible seguir construyendo relaciones nuevas. Intuyo conexiones con mi necesidad de evolución, de trascendencia, de contribuir a la vida de los demás y a la mía propia.

Resuena mucho en mi esta idea de que “ todos estamos intentando satisfacer necesidades” y desde ese lugar se me van cayendo los juicios sobre los demás y también sobre mí mismo. Y también cae la idea del deber como un mandato y la idea de culpa (poder aceptar lo que hice, y que la siguiente vez lo pueda hacer de otra manera).

Otro aspecto que me resultó novedoso es que muchos de los conflictos se producen porque peleamos por sacar adelante nuestra propia estrategia y la experiencia nos va diciendo que con distintas estrategias se puede llegar a satisfacer las mismas necesidades, ¿por qué empeñarme en seguir con las mismas formas si hay varios modos de llegar? Me vivo en camino, y la forma de darme cuenta es cuando puedo parar, observar y contemplar cómo voy conectando con otras personas… el seguir descubriendo que me cuesta estar con otra persona sin aconsejar, o que se me escapan juicios con las personas que más quiero, me motiva para seguir practicando un modo novedoso de encuentro con cada persona. (Ángel)

A medida que conozco la propuesta de Marshall Rosenberg, me produce enorme alegría entender mejor cómo funcionamos, por qué llegamos a discusiones, a tensiones y distancias en vínculos familiares, cercanos, o grupos de trabajo. Me alivia y me motiva comprobar que hay otro camino para evitar o resolver los conflictos.

Desde niña fui testigo de discusiones violentas en las que era ganar o perder, según el poder o la violencia que se ejercía sobre la otra parte. Sin darme cuenta, elegí el camino de callarme, no exponer mi propia opinión. Para evitar la violencia.

La CNV me regala otro camino, donde puedo cuidar el vínculo, y al mismo tiempo, no renunciar a pronunciar mi opinión, lo que siento, lo que necesito. También me ayuda a escuchar a la otra persona, desde lo que siente y necesita, y contribuir al bienestar de ambas.

Es un regalo para mí. Y también un desafío. Es paso a paso, aceptando mis límites, mi propio ritmo, como en todo aprendizaje. Me permite entrenarme en un modo compasivo, que efectivamente, funciona. Y aprendo que hablando desde lo que observo, siento y necesito, se habilita un clima de confianza en el que es más fácil llegar a un acuerdo. Experimento que, según cómo las use, “las palabras son paredes o ventanas”. Cierran el paso o permiten ampliar la mirada y continuar conectados. (María Isabel)

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Aprender a detectar qué necesitamos. Para eso esta afirmación te va a ayudar:

  • Debajo de un sentimiento agradable, hay una necesidad satisfecha.
  • Debajo de un sentimiento desagradable, hay una necesidad insatisfecha
    “Todo lo que hacemos es para ir al encuentro de nuestras necesidades” (Marshall Rosenberg)

Conocer y reconocer nuestras necesidades, así como conocer y reconocer las necesidades de los demás, nos pone en condiciones de buscar estrategias de resolución de conflictos que contemplen el bienestar de todas las partes.

” La violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y/o de la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede…” Marshall Rosenberg