Después de cinco años de guerra en Siria, la mayoría de la población continúa sin conocer ningún dato fehaciente, ninguna interpretación sobre la enorme tragedia que pesa sobre ese país. Los medios de comunicación occidentales han mentido y ocultado deliberadamente lo que realmente estaba sucediendo en un país que hace tan sólo cinco años disfrutaba de uno de los más altos niveles de vida de todo Oriente Medio.
Es cierto que el desconocimiento de la mayor parte de la población se ha debido a la ocultación intencionada que nuestra prensa, radio y televisión han hecho tanto de los orígenes del conflicto como de su mismo desarrollo.
Pero no ha sido sólo ese factor el que ha influido en nuestra ignorancia colectiva. En ella también hemos participado nosotros, o al menos una buena parte de nosotros. Hoy existen vías y medios a nuestro alcance, ajenos al control oficial, que nos permiten aproximarnos a la realidad de los acontecimientos y a las razones por las que éstos se producen. Pero Oriente Medio, y Siria en particular, están aparentemente muy lejanos. Forman parte de otra cultura presuntamente ajena a la nuestra.
Algo de eso nos sucede también a no pocos de nosotros. Las piezas del rompecabezas informativo que nos proporcionan cotidianamente los medios de comunicación no nos encajan, ciertamente. Pero tampoco hacemos un esfuerzo por acceder a aquellas fuentes que nos pueden dar luz sobre la enorme tragedia de Siria.
Si nos atrevemos a visionar íntegramente el testimonio que nos ofrece la monja que protagoniza este video, ya no tendremos la posibilidad de pretextar, como lo hicieron los alemanes de hace 70 años, que "no nos habíamos enterado de nada". Y si, además, tenemos el gesto de difundirlo, algún día cuando este inmenso drama haya concluido, podremos decir con orgullo que cuando correspondió hicimos lo que estuvo en nuestra mano para tratar de desmentir el engaño urdido por los poderosos de este mundo.
Información extractada de CanariasSemanal.org