“El acompañamiento a las nuevas generaciones no es un extra con respecto a la tarea de educar y evangelizar a los jóvenes, sino un deber eclesial y un derecho de cada joven.” IL 81
Qué regalo más bonito se nos hace, el de acompañar la vida de los jóvenes. Qué grande que sean ellos los que nos pidan caminar juntos para leer la realidad. Qué inmensa labor tenemos cuando se señala que cada joven tiene derecho a ser acompañado… Qué gran testimonio del Amor de Dios en este acompañamiento que expresa “No temas, Yo estoy contigo”. Cuánta necesidad en los jóvenes, en tantos jóvenes, de alguien con quien poder pararse y mirar el corazón para entender lo que vive y siente. Entrar en este espacio sagrado de los jóvenes es un gran regalo y una gran responsabilidad ante la que muchas veces nos sentimos pequeños.
Ser puente entre la realidad del joven y Jesús, reconociendo en la vida cotidiana la presencia de Dios que llama, invita, actúa, ama. Conocer y amar a los dos protagonistas, haciéndonos expertos de ambos para reconocer cómo laten sus corazones y poder acercar al joven a la onda de Dios. Ser expertos de la persona, ser expertos de Dios. Vivir ambas realidades con pasión, con la misma de Jesús ante la resurrección del hijo de la viuda de Nain (Lucas 7, 11-17). Pasión que llama a la Vida, que opta por la Vida en cada joven.
Para ello, tenemos la oportunidad de prepararnos comenzando por renovar nuestras propias opciones, resintonizar nuestras vidas con el Evangelio, y vivir el milagro de encarnar el Amor de Dios en el momento concreto que vivimos.
El sí de los jóvenes a Jesús hoy tendrá nuevas formas. Acompañar a los jóvenes en esta búsqueda de concretar su seguimiento nos exige estar bien enraizados en el Señor para que pueda surgir la creatividad. Son necesarios espacios donde probar y equivocarse, de los que marchar y a donde poder regresar. Y también relaciones que acojan a todos, y con las que puedan leer el camino de salida y de regreso.
Que el Señor haga de nosotros y nuestras comunidades, lugar donde experimentar “al padre/madre valiente, que permite a sus hijos que experimenten el riesgo de la libertad, sin imponer los yugos que mortificarán sus elecciones. Un padre, una madre, que tiene un corazón tan grande que no excluye a nadie y al mismo tiempo quiere reintegrar a todos en su casa” IL 79
Zoraida Sánchez