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El sábado 29 de agosto se celebró el Día del Niño en la parroquia de la Divina Providencia, después de haber sido demorado por razones de salud pública de público conocimiento (léase gripe A n1h1, que tuvo a los chicos sin clases ni reuniones multitudinarias durante un mes).

Animaron el día, que fue digno colofón del Mes del Niño, catequistas de la parroquia, a cargo de juegos y merienda; chicos de los grupos de jóvenes, que asustaron a los pibitos con una espeluznante Casa del Terror; talleristas de música, que se encargaron de la radio abierta; voluntarios Adsis que hicieron de todo, siempre tan voluntariosos, y todo aquél que se animó a preparar y dedicar un rato a los más pequeños del barrio.

En lo tocante a infraestructura, habría que agradecer, por este orden, al vecino que cruzó su camión para cortar la calle y garantizar la seguridad de todos y a nuestro intendente, que asfaltó la pista de juegos ante nuestra sorpresa e incredulidad. O incluso a la presidenta, que mandó los fondos…

Y además de los niños habituales de la zona, contamos con la presencia de los chicos de la Sirena, que pudieron acercarse a compartir esta soleada y luminosa tarde de invierno con nosotros.

¡Que se repita!, ¿por qué no se instaura un día del niño cada mes, al menos?