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¿Tú no eres de los que me preguntaron esto antes del viaje a Togo de finales de 2015?. Fue una pregunta frecuente… no sólo “escuchada” sino también formulada por mí misma.

No parece fácil desmontarse de la visión de lo que hay que “hacer”, ni siquiera en un proceso como éste que hemos iniciado como Movimiento, de conocimiento y relación con la comunidad marianista en Lomé.

por Begoña Martínez

Cuando a lo largo del 2015,  conversábamos en la comisión con diferentes congregaciones y grupos con presencia en África, también cada uno de ellos nos iba describiendo los proyectos y misiones que impulsan en diversos países… y nosotros les contábamos los nuestros, por supuesto. Ya desde esos primeros momentos parece que rondaba la famosa pregunta porque cuando llegaba la hora de poner palabras a lo que queríamos “hacer” en Togo, no lo teníamos tan claro.

Hubiera sido más fácil, o quizá más conocido, tener un proyecto claro con sus actividades y todo pero a medida que se acercaba la fecha del viaje, y en medio de la vorágine cotidiana del trabajo y de la vida en sí misma, yo también me repetía una y otra vez esa pregunta, con el añadido particular de ¿qué pinto yo en Togo) que ni hablo, ni escribo, ni leo, ni entiendo una sola palabra de francés. 

Pues hacer, hacer, lo que se dice hacer, no hicimos mucho, la verdad. Ahora, tras la vuelta, creo que fue una suerte justamente no hacer mucho y poner la intención en el “estar” y “conocer” y por supuesto, darnos a conocer. Hasta habíamos escrito un minifolleto explicando qué es Adsis… 

Habíamos hecho un viaje largo para “estar” y “compartir” diálogos y sueños con aquella pequeña comunidad en Lomé. Nos dejamos llevar por la hospitalidad de toda la comunidad y del P.Ignace (superior regional) y el hermano Moïse en particular. Moíse, no con muchas palabras, nos acompañaba a visitar y conocer otras comunidades, otros grupos de jóvenes, frailes, religiosas… que ya estaban en Lomé desde hacía muchos años y que habían hecho la opción de “estar” junto a las familias, a los niños y niñas, jóvenes de aquella ciudad, (cada uno desde un aporte diferente, afín a la formulación de sus carismas). Lomé, siendo la capital, parecía ser una ciudad como tantas en este mundo, que están permanentemente “en construcción” (sus calles, las casas, edificios…) y al ritmo de los vaivenes de esa construcción, también cada congregación y grupo habían ido afinando sus apuestas.

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