Dicen que las restricciones que impone la crisis a las economías domésticas son una oportunidad para recuperar el valor del tiempo y vivir de forma más sencilla, consciente y frugal. No lo sé, porque hacerlo a la fuerza no nos gusta a nadie… pero sí es verdad que estamos despertando a nuevos estilos de vida que son necesarios para poder sobrevivir fraternalmente en este planeta (y no matarnos por los recursos como hasta ahora).
Se habla de buen vivir, simplicidad voluntaria, pobreza asumida, decrecimiento, austeridad eco-solidaria, autosuficiencia… Vamos a leer, formarnos y entender un poco más de todo eso, tomando algunos textos, webs y un video.
Sobre el concepto de pobreza, hay una lúcida fábula de autor desconocido:
“El padre de una familia muy rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso propósito de mostrarle cómo viven los pobres. Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo qué le había parecido la experiencia y si se había dado cuenta de cómo vivían los pobres para valorar más lo que tenía en casa.
El niño respondió que le había encantado el viaje y que ahora ya sabía cómo vivían los pobres. Cuando el padre le pidió que especificara lo que había aprendido, el pequeño enumeró así lo que había visto:
“Nosotros tenemos un perro y ellos tienen varios. Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche. Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero. Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza. Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos se ayudan entre sí. Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos cultivan la suya. Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen.”
El padre del niño quedó boquiabierto. Finalmente, su hijo añadió: Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos”.
Sin caer en romanticismos facilones entorno a los pobres y los indígenas, tiene mucha verdad esa historia… Ahora vamos a profundizar en los dos aspectos que nos interesan del Decrecimiento, el ecologista y el cristiano, siguiendo al profesor J.E. Muñoz Negro:
1. La austeridad verde: decrecimiento y simplicidad voluntaria.
Desde el ecologismo (y también desde algunas tradiciones religiosas más sensibles y abiertas) la austeridad no es solo una opción, también es una necesidad impuesta por la realidad. No es simplemente una cuestión fiscal es algo más profundo. Estamos viviendo por encima de las posibilidades de la Tierra. Nuestro consumo amenaza con destruir los ecosistemas sobre los que se basa la vida en la Tierra.
Se critica el capitalismo como un sistema depredador y la idea del crecimiento económico indefinido, como una ideología sin base alguna en la realidad. En lo esencial hay dos tipos de argumentos: uno es de tipo principialista, casi religioso; se ve a la Tierra como un ser vivo, como un organismo del que el ser humano forma parte. Hay una conciencia de la Tierra como algo sagrado que supone cierto reencantamiento del mundo unido a la crítica de la perspectiva antropocéntrica que está en la base de la ruptura con la naturaleza. El ser humano, al situarse por encima de la naturaleza y no como una parte de ella, se habría alienado con respecto a la misma, produciendo así un tipo de desarrollo que amenaza las raíces de la misma vida. Se trataría así de cambiar nuestro patrón de consumo para reconciliarnos con la Tierra, para vivir mejor, en definitiva, para tener una existencia más ética, más sencilla, mas reconciliada, más centrada en lo esencial.
Hay otro tipo de argumentos más utilitaristas, de tipo científico. Esos son todos los partidarios de los decrecimientos. Muchos de ellos son economistas. El considerado pionero de los decrecimientos fue el economista y matemático Nicholas Georgescu-Roegen. Introdujo el concepto de entropía en la economía neoclásica. No es posible el crecimiento infinito porque la materia y la energía se van degradando. La energía y la materia se hacen cada vez menos aprovechables, nunca se puede reciclar al 100% nada. Plantean que incluso el llamado crecimiento sostenible es en realidad insostenible.
2. La ecología cristiana, un desafío pastoral.
La revista católica española, Vida Nueva (núm 2833) incluye un amplio informe sobre “La ecología, un desafío pastoral”. Para el editorialista de la publicación, “hoy ya no se pueden justificar los recelos ante la presencia de las cuestiones sobre medio ambiente en los planes de pastoral”. La Iglesia católica, y en general, las tradiciones religiosas no son ajenas a un auténtico planteamiento de la austeridad en el contexto de la sociedad del despilfarro insolidario.
Ya en 1990, el Consejo Mundial de las Iglesias aprobó sobre la defensa de “la integridad de la creación”, en la que integran los elementos biológicos naturales y humanos. La pobreza y el despilfarro no se pueden separar de la defensa del medio natural. Dentro del contexto de la Iglesia católica, la preocupación por la calidad de vida humana en relación con la ecología aparece en los número 2415 y 2416 del Catecismo de la Iglesia Católica; y Juan Pablo II llamó a una “conversión ecológica” en su discurso al Cuerpo Diplomático en enero de 2012.
Numerosos grupos e instituciones religiosas han publicado documentos internos en los que invita a sus miembros a repensar la actitud respetuosa hacia la naturaleza con la defensa decidida de los derechos humanos. Hacen una llamada a la exigencia de la fe hacia la solidaridad austera y responsable en el uso de los recursos naturales. La Compañía de Jesús hizo público en septiembre de 2010 un extenso documento titulado “Sanar un Mundo herido” en el que se hace una clara opción por el patrón eco-solidario. Se insiste en la insuficiencia del desarrollo sostenible y se avanza hacia un desarrollo solidario con la miseria de las víctimas. Esta misma línea está presente en otros documentos de otras congregaciones religiosas. Pero será necesario retomar otras perspectivas cristianas. Desde la Universidad Centroamericana de El Salvador, Ignacio Ellacuría abogaba por la civilización de la pobreza frente a la civilización del capital. Jon Sobrino matizaría posteriormente, que para entender mejor lo que Ellacuría quería decir por pobreza era austeridad compartida. La civilización de la pobreza se oponía así a la civilización de la riqueza. Esta última se basa en la acumulación como base de la seguridad y del consumismo como base de la propia felicidad. Es un enfoque crítico, no reduccionista. Reconoce los numerosos bienes que esa civilización ha traído como puede ser gran parte del desarrollo tecnológico, pero al mismo tiempo ha traído “males mayores” y sus procesos de autocorrección no son suficientes para corregir su rumbo destructor. Esos malos mayores son la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas y que no genera espíritu, valores que humanicen a personas y sociedades. No es una civilización que se pueda universalizar y siguiendo a Kant concluye que por tanto no es ética. Ellacuría tampoco idealiza a los pobres, porque muchas veces están profundamente deshumanizados por la pobreza y por supuesto considera a la pobreza un mal. Pero piensa que las necesidades básicas de los últimos solo podrán ser satisfechas si se pone a estos en el centro de la sociedad y en el centro de la Iglesia. Critica tanto al capitalismo privado de Occidente como el capitalismo de estado del antiguo bloque comunista. Se trata de un enfoque teológico que historiza la pobreza y se comunica desde el reverso de la historia. Los pobres son los sujetos donde acontece la salvación, donde se generan esperanzas y nuevas propuestas. Se rechaza la acumulación de riqueza como motor de la historia y la posesión y disfrute de aquella como principio de humanización. Como alternativas se sitúa la satisfacción universal de las necesidades básicas como principio de desarrollo y la solidaridad compartida como fundamento de la humanización.
Y mirando a pensadores no cristianos, Duane Elgin, activista y conferenciante norteamericano radiografía con estos diez hábitos a los que han optado hoy por la vida simple:
- Invierten el tiempo y energías liberados en actividades con su pareja, hijos y amigos (caminar, tocar música juntos, compartir una comida, acampar…) o en actividades voluntarias de ayuda a otros.
- Se esfuerzan en desarrollar todo el espectro de sus potenciales: físico (deportes), emocional (aprendiendo a expresar y compartir los sentimientos), mental (leyendo libros, tomando clases…) y espiritual (cultivando una mente calmada y una corazón compasivo).
- Sienten una conexión íntima con la tierra y una preocupación reverencial por la naturaleza, por lo que actúan procurando siempre el bienestar de la tierra.
- Se preocupan por los pobres del mundo; una vida más simple crea un sentimiento de parentesco con los más desfavorecidos y, en consecuencia, con la equidad en el uso de los recursos mundiales.
- Disminuyen su consumo personal; compran ropa funcional, estética y duradera en lugar de seguir modas pasajeras; compran menos joyería y otras formas de ornamentación personal; compran menos cosméticos.
- Apuestan por productos resistentes, fáciles de reparar, cuya manufacturación y uso no sean contaminantes y que, además, sean eficientes desde el punto de vista energético.
- En su dieta, se alejan de los alimentos altamente procesados, de las carnes y el azúcar, y prefieren alimentos más naturales, saludables y apropiados para los habitantes de un pequeño planeta.
- Reducen la acumulación y complejidad en sus vidas, desprendiéndose o vendiendo aquellas posesiones que son raramente usadas y podrían ser utilizadas productivamente por otros.
- Aprecian la simplicidad de las formas no verbales de comunicación: la elocuencia del silencio, abrazarse y tocarse, el lenguaje de los ojos.
- Abogan por prácticas holísticas de cuidado de la salud que enfatizan la medicina preventiva y las capacidades curativas del propio cuerpo.
¡¡ Es un buen contraste para examinar nuestras vidas!!
Y por último propongo algunas webs y blogs interesantes, de entre muchas:
Y un video de la ecoaldea de Lakabe, unos valientes que hace décadas en Navarra se están construyendo su sociedad en sintonía con la Naturaleza y mucha otra gente:
Pedro Jiménez
Biólogo y cura Adsis