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Queridas hermanas y hermanos.
Este número aparece después de año y medio de es-tar inmersos en la pandemia que el Covid19 nos ha traído. 
Ha sido un año inesperado, que a todos nos ha pillado a contrapié, en todos los ámbitos de nuestra vida. La distancia ha sido un elemento central, de dificultad. Distancia física y emocional de las personas queridas: familiares, amigos, colegas. 
Se nos ha impuesto una austeridad en muchos cam-pos. Y no ha sido nada fácil de manejar. También la pérdida de familiares, es especial por la Covid, han dejado tocado el corazón, al no poder despedirnos y hacer el duelo necesario.
También a nivel mundial nos ha cogido con el paso cambiado. Tanta incidencia en la economía, en el trabajo, la sombra del paro y los ERTES. Un daño económico para tantas familias, que va a ser difícil de remontar. Sobre todo, en las familias que ya vivían en precariedad y en el entorno de los jóvenes que se ven sin salidas laborales. 
Y cómo no, los países “invisibles”, los países más em-pobrecidos donde la vida se ha precarizado aún más. 
Ante esta situación, vivimos el confinamiento y des-pués las desescaladas y los confinamientos perime-trales. Desde la comunidad nos propusimos sostener la fe y el encuentro y alentarnos en la esperanza. La Pascua on line, el tiempo pascual, han sido experien-cias muy hondas, que, en la precariedad, nos han permitido sostenernos unos a otros. 
Los mensajes del papa Francisco no han sido menos. Hemos acuñado términos antes casi desconocidos como: iglesia en salida, fraternidad universal, amistad social, acogida, casa común, cuidado de la creación, economía social, etc.
Iglesia en salida que hemos querido ha-cer realidad. No encerrados en nosotros, sino saliendo al paso de necesidades que iban apareciendo. La remodelación y la adaptación de los espacios. las catequesis de niños, adolescen-tes, jóvenes y adultos on line. También con los oídos atentos a las necesidades e iniciativas de ayuda en el barrio, con las que de igual a igual hemos colaboran-do. Un ejercicio de flexibilidad y “cintura” que nos ha alejado de la rigidez. 
Ojalá los contenidos de la revista nos hagan tomar “memoria agradecida” de lo vivido. No olvidando que Jesús va por delante y hace posible lo imposible. Que su entrega por amor gratuito y desinteresado le “des-gastó” con gran dolor y desasosiego. La nueva, u otra normalidad ha de “nacer de nuevo” del agua (de las ur-gencias de la humanidad más rota) y del espíritu (de la creatividad de la fraternidad universal del Resucitado). 
Ojalá que cada uno de nosotros y de nuestros gru-pos comunitarios, desde su encomienda, carisma, o responsabilidad, sirvamos humildemente al bien co-mún. Que seamos facilitadores del Resucitado en una comunidad enraizada en la servicialidad de Jesús y provocadora de Reino allí donde estamos. 
Con cariño, un fuerte abrazo a todas y todos
Vuestro hermano,
Miquel