Magally Rojas
La experiencia de la Pascua en lo comunitario fue positiva, conocer otras hermanas y sus realidades fue bonito e interesante. Este tipo de actividades me reafirman que la mejor manera de aprender a caminar con jóvenes es estando junto a ellos, no hay otra forma. Es todo un desafío acompañar a los jóvenes, la Pascua virtual es una gran alternativa para vincularnos con los procesos juveniles de todo el movimiento, aun cuando los cambios de horario son una limitación, lo virtual abre una ventana de encuentros, formas e intercambios de culturas. La pandemia no solo nos ha permitido que haya posibilidades de encuentros, sino que también nos exige formación en lo virtual e infinidad de herramientas que podemos utilizar para hacer estos espacios más dinámicos y alternativos.
Hoy los jóvenes nos exigen más protagonismo, formar parte de una organización, donde ellos puedan desarrollar sus capacidades y creatividad. Más allá de tener cantidades de jóvenes en los encuentros considero que lo fundamental es ver los procesos y progresos en ellos, que la formación e información que le transmitimos les ayude, los dignifique como persona en lo espiritual, emocional y corporal, queremos jóvenes felices, independientes y con criterios propios. Como hermanos y hermanas seguimos teniendo un serio compromiso de una historia por hacer y un mundo por construir y liberar, estas palabras de nuestro credo siempre serán vigentes.
Olivia Peralta
Para mí fue todo un desafío participar en la preparación de un retiro de Pascua juvenil.En primer lugar, nunca había preparado uno, había participado en las actividades de Semana Santa en algún poblado que necesitara de apoyo en sus celebraciones o juegos con los niños. Sin embargo, un retiro con jóvenes no había estado en ninguna Semana Santa que yo hubiese vivido. También desconocía el tipo de dinámicas que se podrían relacionar en cada día de retiro. Lo que si sabía es que tenía ganas de participar y aprender de las hermanas y de los hermanos.
Cuando me invitaron realmente no sabía que esperar, simplemente abrí mi mente para recibir y compartir lo que tuviera que dar. No me implicó ningún sacrificio, fue mi tiempo el que pude dar, sin pesar alguno. Decidí “entregarlo todo, sino pa q”, y ahí fue en dónde los y las jóvenes me demostraron que la vida es así “Con todo, si no pa q”, ellos nos señalan el camino de lo posible, para entregarse sin miedo y aventurarse en sus sueños.
Las reuniones previas al retiro fueron constantes y fructíferas. Nos reuníamos una o dos veces por semana para afinar detalles. Fue una alegría que se conectaran hermanos y hermanas incluso solo para preparar actividades puntuales como una invitación o un video, y ver su disposición para la Pascua. Los hermanos y las hermanas nos hacían sugerencias que retroalimentaran las dinámicas del retiro. Hacíamos bromas, compartíamos nuestro día, nuestro clima, nuestras inquietudes de vida; eso nos hizo conocernos y entendernos en la distancia. Fue un caminar lado a lado, estando al pendiente no solo del retiro, sino de nuestras necesidades personales también.
Aunque estábamos en constante comunicación, un desafío enorme para mí, fue comprender las ideas de otros y otras para poder plasmarlas en un video informativo o en algún post de invitación, y que coincidiera con lo que deseábamos comunicar. Ponerse en el lugar del otro fue un hermoso reto.
Me fascinó la creatividad de cada uno de los jóvenes al grabar los videos que se presentarían para invitar y para transmitirlos durante el retiro, cada uno con su esencia propia, eso lo convirtió en una Pascua Joven. La preparación estaba llena de inspiración. Entre tanta lluvia de ideas, surgieron temas importantes y logramos ligar las dinámicas para dar continuidad. Me sentí motivada en preparar algo que realmente tocara nuestro corazón.
Las celebraciones fueron significativas y realmente interiorizaron en nuestro sentir. Prepararlas y vivirlas fue una nueva forma de celebrar la unidad, de orar, de compartir la vida incluso en el silencio, de sentir la presencia de Jesús en nuestro interior, sin el templo, saber que Él está en nosotros, y que lo podemos sentir en los hermanos y hermanas aún en la distancia.
Conocer a tantos jóvenes de otros países, compartir la vida y las experiencias, es lo que hizo de la Pascua un presente para mí. El saber que hay tantos jóvenes que desean a Dios en su vida, que se dejan encontrar y amar por Él, me brinda un nuevo significado acerca de mi vocación en Adsis, la cual se reforzó en ese momento.
Trabajar en la preparación de este retiro en la distancia ha sido un regalo de la Pascua, ahora ya sabemos nuestros nombres y nos da gusto saludarnos en la pantalla, confiando en que en el futuro nos encontraremos y nos abrazaremos.