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El papa Francisco ha aprobado un nuevo itinerario sinodal para el próximo Sínodo de los Obispos, previsto inicialmente para el mes de octubre del 2022, con el tema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Se trata de una forma nueva que supone poner a toda la iglesia universal en marcha sinodal como ya se pensaba en la Constitución Apostólica “Episcopalis communio” (2018). Se articulará en tres fases, entre octubre del 2021 y el octubre del 2023, pasando por una fase diocesana y otra continental, que darán vida a dos Instrumentum Laboris distintos, antes de la fase definitiva a nivel de Iglesia Universal.

 

Esta propuesta del papa ya se intuía al principio de su ministerio cuando en Evangelii gaudium dice: «Lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están». Así cuando en el 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (2015) el papa Francisco formuló la sinodalidad como uno de los puntos clave de su pontificado – como pueblo de Dios, misión, conversión o reforma- ya se vislumbraba el proceso en el que ahora entramos. Allí afirmaba: “La sinodalidad, como dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico”. “Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su cumbre al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la «roca» (cf. Mt 16,18), aquel que debe «confirmar» a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32). Pero en esta Iglesia, como en una pirámide invertida, la cima se encuentra por debajo de la base. Por eso, quienes ejercen la autoridad se llaman «ministros»: porque, según el significado originario de la palabra, son los más pequeños de todos”. Estas intuiciones se concretaban en una propuesta de futuro. “Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.

Con el fin de empujar esta opción el papa pidió a la Comisión Teológica Internacional dos reflexiones. La primera fue preparatoria y se titula “Sensus fidei en la vida de la iglesia” (2014) y la segunda ya directamente sobre la dimensión sinodal. En el primer documento se recuerda que “los fieles tienen un instinto para la verdad del Evangelio, que les permite reconocer y respaldar la auténtica doctrina y práctica cristianas, y rechazar lo falso. Ese instinto sobrenatural, intrínsecamente ligado al don de la fe recibido en la comunión de la Iglesia, se llama sensus fidei y permite a los cristianos cumplir con su llamado profético” (n.2).  Desde aquí los teólogos detectaban algunas dificultades que afectaban los sujetos, estructuras, procesos y acontecimientos que tomaban decisiones. “Los problemas surgen cuando la mayoría de los fieles permanecen indiferentes a decisiones doctrinales o morales tomadas por el magisterio o cuando las rechazan. Esta falta de recepción puede indicar una debilidad o falta de fe por parte del pueblo de Dios… Pero en algunos casos puede indicar que ciertas decisiones se han tomado por los que tienen autoridad sin la debida consideración de la experiencia y el sentido de la fe de los fieles, o sin suficiente consulta a los fieles por parte del magisterio” (n. 137).

El trabajo teológico “La sinodalidad en la vida y misión de la iglesia” (2018) parte de recordarnos el sentido de caminar juntos.  Desde ahí muestra al Jesús en camino del evangelio de Lucas y al Jesús que es camino del evangelio de Juan y como también a la iglesia camino en los Hechos de los Apóstoles y más concretamente en el Concilio de Jerusalén, paradigma de la sinodalidad. Tras un recorrido por la práctica de la sinodalidad en la historia con las peculiaridades de Oriente y Occidente así como del primer y segundo milenio; desemboca en la síntesis teológica que subraya la relación entre todos, algunos y uno, presente ya en la Trinidad, en que las tres Personas son uno para todos. Que luego se desprende en la circularidad dinámica entre la sinodalidad eclesial (todos), la colegialidad episcopal (algunos) y el ministerio petrino (uno). Avanza después el documento por las distintas formas y niveles de sinodalidad, expresada sujetos, estructuras, procesos y acontecimientos para apuntar, por último, algunas recomendaciones espirituales y pastorales que merecen ser resaltadas.

EL PROTAGONISMO DEL ESPÍRITU

Es verdad que en cada época y cada lugar se puede vivir la sinodalidad de formas diversas. Cada situación cultural apunta a prácticas diferentes en los medios de participación, las relaciones democráticas, las dinámicas de inclusión o las formas de ejercicio de la autoridad. Pero la iglesia siendo una organización humana está guiada por el Espíritu de Jesús. “Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús- dirá el papa Francisco- ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad… Yo me pregunto: ¿Dónde está el Espíritu Santo, ahí? ¿Dónde está la oración? ¿Dónde el amor comunitario? ¿Dónde la Eucaristía?” (Audiencia general,2020). Esta debió ser la experiencia de la primera decisión sinodal “El Espíritu santo y nosotros hemos decidido” (Hch. 15,28)

LA EUCARISTÍA, FUENTE DE SINODALIDAD

La Eucaristía es la comunión en camino. La dinámica eucarística apunta a la forma de vivir juntos como peregrinos: evocación a la Trinidad, reconciliación, escucha de la Palabra, comunión y misión. Esto supone una conversión nueva que se sustenta en la experiencia pascual «donde dos o tres están reunidos en mi nombre, Yo estoy en medio de ellos» (Mt 18,20), «Miren, Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28,20)

ESCUCHAR ES MÁS QUE OIR.

El papa Francisco insiste en la ausencia de escucha como un grave déficit de sinodalidad. El clericalismo ha sido una forma de poder que ha olvidado que “la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz”. Los procedimientos de consulta has sido escasos y no han tenido influencia en las decisiones que se ha reservado a los ministros ordenados. Lo institucional ha eclipsado lo carismático que impulsa la iglesia. Y los laicos y muy especialmente las mujeres han sido relegadas de la circularidad dinámica de la escucha. Para este camino se urge a la humildad para el reconocimiento del otro y desde ahí la nueva metodología es más una cuestión de fondo que de forma.

EL DIÁLOGO COMO ESTILO

Escuchemos la reflexión de la Comisión Teológica Internacional. “El criterio según el cual «la unidad prevalece sobre el conflicto» vale en forma específica para el ejercicio del diálogo, para tratar la diversidad de opiniones y de experiencias, para aprender «un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», haciendo posible el desarrollo de «una comunión en las diferencias». En efecto, el diálogo ofrece la oportunidad de adquirir nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista para iluminar el examen del tema que se está tratando” (n. 111)

EDISCERDIMIENTO COMUNITARIO: CAMINAR Y REUNIRSE

Como apunta la reflexión de los teólogos, “hoy sea más necesario que nunca (…) educarse en los principios y métodos de un discernimiento no sólo personal sino también comunitario”. Se trata de determinar y recorrer como Iglesia, mediante la interpretación teologal de los signos de los tiempos bajo la guía del Espíritu Santo, el camino a seguir en el servicio del designio de Dios escatológicamente realizado en Cristo que se debe actualizar en cada kairós de la historia. El discernimiento comunitario permite descubrir una llamada que Dios hace oír en una situación histórica determinada” (n. 113).

IGLESIA SINODAL DESDE LAS PERIFERIAS CON LOS POBRES

El camino de la iglesia en para la misión. Al finalizar el Sínodo sobre la Amazonia el papa dijo: “El grito de los pobres, junto con el de la tierra, nos llegó desde la Amazonia (…) Las voces de los pobres, junto con las de muchos otros dentro y fuera de la Asamblea del Sínodo: pastores, jóvenes, científicos, nos empujan a no permanecer indiferentes”. El caminar de la iglesia tiene la dirección de la periferia en los lugares que habita Cristo. Por eso, la sinodalidad no es una cuestión para los de dentro, sino que es una llamada universal a la fraternidad de los pueblos. Este es el destino del camino de la iglesia que comienza por los últimos.

SINODALIDAD ECUMÉNICA

Llamados a caminar juntos, la separación nos pierde del camino. La vida sinodal ayuda a avanzar en el camino ecuménico en una nueva cercanía a las iglesias ortodoxas estableciendo, enraizados en la tradición del primer milenio, nuevas relaciones entre las estructuras sinodales y el primado petrino. En el diálogo ecuménico, el fundamento en la comunión trinitaria, la insistencia en la apertura al Espíritu y la igualdad de todos los bautizados permite seguir abordando cuestiones que en el orden sacramental o en la relación entre lo local y lo universal todavía nos separan.

Estas actitudes nos invitan a vivir en este estilo peculiar de carácter sinodal donde «quod omnes tangit ab omnibus tractari debet» (Lo que atañe a todos por todos debe ser tratado). Y que garantiza estructuras y procesos a nivel local, continental y universal desde las peculiaridades y con visión de catolicidad. A la vez que invita a vivir acontecimientos verdaderamente sinodales como esperamos que sea el próximo Sínodo del 2022 bajo el viento del Espíritu.

 

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Etiquetas: contravalores