No ha pasado mucho tiempo, desde julio 2022, cuando empezamos a coordinarnos, desde el departamento de pastoral, para ofrecer experiencias de encuentro e interioridad profundas para el proceso de los diversos grupos de jóvenes mayores vinculados a las comunidades y parroquias Adsis.
Contábamos con la experiencia de generaciones anteriores.
Empezamos sin plan definido ni marcado, pero no sin horizonte: escuchar a Dios en el corazón de cada persona, proponer un encuentro profundo con el Señor y comenzar un proceso compartido desde diversos lugares.
A día de hoy, creo que no nos equivocamos si decimos que está siendo una generación que se concibe haciendo proceso en cada lugar concreto (Bilbao, Valladolid, Salamanca y Madrid), pero se viven y vinculan como un grupo amplio caminando en común.
Son jóvenes mayores, de 20 años hacia arriba, que dentro de los diversos momentos personales y grupales, comparten una situación común: inician o están de lleno en una vivencia adulta de la vida en lo relacional, académico, laboral y misional; y en esa vivencia quieren contar con Jesús.
Las personas que acompañamos, con privilegio, estos grupos, necesitamos también de los encuentros que nos hemos dado (tres por curso pastoral) para compartir nuestras visiones, necesidades, aciertos y retos. Está siendo una oportunidad y regalo tener estos espacios de diálogo donde vamos haciendo lectura de los caminos por los que Dios, en la vida de cada joven, nos invita a transitar.
Valladolid, Navacerrada, Almenara de Tormes, Dueñas; los lugares donde nos hemos visto. Pascua, espacios y dinámicas de oración, talleres de interioridad, compromiso y comunicación, debates y diálogos. Sobre todo, con tiempos tranquilos, silenciosos, cuidados, bien preparados para poder saborear las experiencias.
Creo que un fruto y signo de este camino es que los y las jóvenes han tomado la iniciativa y han organizado su propio encuentro, el Brote, como espacio amplio al que invitar a otras personas y dialogar críticamente sobre la iglesia que quieren construir y la fe que les habita. Vamos por buen camino. Julen Salazar. Equipo Adsis Jóvenes Mayores.
CLAUDIA SÁNCHEZ
“Jóvenes mayores, comunidades juveniles, los abuelos de la pascua” algo así nos suelen llamar, no importa mucho el nombre, lo importante es el grupo que llevamos ya unos años formando.
El objetivo es seguir viéndonos, compartir juntos y sobre todo cuidarnos y crecer como personas y en la fe para poder acompañar a nuestros niños y niñas/ jóvenes mejor. Ojalá sigamos siendo faro de luz para ellos gracias a que otros lo pueden ser con nosotros.
Para mí es un espacio donde alimentarme para poder generar ese espacio nutritivo en el grupo de jóvenes que acompaño.
Nos encontramos en variedad de espacios, desde las celebraciones de pascua hasta los momentos más íntimos de retiros y convivencias. Estos encuentros no solo son momentos de crecimiento individual, sino también oportunidades para fortalecer los lazos que nos unen como comunidad. Nos ayudan a construir una historia común más allá de la suma de nuestras historias individuales.
La verdad es que es un lujo poder contar con este espacio de autocuidado, crecimiento y reflexión. Es un momento de parar, mirarse y reencontrarse con uno mismo y con Dios, algo muy complicado en nuestro mundo de ruido y prisas.
En este espacio, he aprendido a apreciar la importancia de detenerme para observar, reflexionar y mirar más allá. Me descubro a mi misma y me enriquece escuchar las experiencias y vivencias de otros y otras.
Este grupo que hemos formado es un recordatorio constante de que, al cuidarnos mutuamente, creamos un entorno donde todos podemos florecer.
Me emociona la idea de mirar hacia el futuro y seguir viéndonos crecer juntos/as. ¡Que sigamos siendo “los abuelos y abuelas de la pascua” y sigamos aprendiendo de otros!
JAIME LAMOTHE
A lo largo de estos años, he ido a varios encuentros de Jóvenes de ADSIS.
Si pienso en cuestiones comunes a dichos encuentros, hay una que se me viene a la cabeza rápidamente: la fe como un equilibrio entre cabeza y corazón.
Al decir que la fe es cabeza, me refiero a su parte racional. Por tanto, evoco la fe articulada como un conocimiento, al cual se llega mediante la lectura de textos, la escucha a personas con conocimientos sobre Teología, el visionado de vídeos…
Cuando me refiero a la fe como corazón, aludo a su vertiente irracional. Por consiguiente, evoco la fe configurada como sentimientos o sensaciones, los cuales afloran en momentos de reflexión, oraciones, diálogos, celebraciones…
¿Y por qué hablo de este equilibrio? Sencillamente, porque entiendo que este camino tiene como hilo conductor que el Verbo se haga Carne, es decir, que seamos ejemplo vivo de la Palabra de Dios. Y, para ello, es tan necesario conocer los fundamentos e ideas que subyacen a esta, y los postulados y comportamiento de la Iglesia como institución; como ser capaces de amar a los demás como a nosotros/as mismos.
Respecto a los fundamentos e ideas de la Palabra, siempre se ha hecho hincapié en la importancia de no entender la Biblia como una novela y no seguir al pie de la letra lo que en ella se dice, sino en ser capaces de trasladar sus mensajes a nuestra realidad. En lo relativo a los postulados de la Iglesia como institución y a sus comportamientos, estos han sido expuestos y hemos reflexionado y opinado sobre ellos.
Sobre ser capaces de amar a los demás como a nosotros/as mismos, nos hemos preguntado cómo tratamos a los demás, cómo nos tratan ellos y ellas a nosotros, cómo nos tratamos a nosotros/as mismos y cuál es nuestra opinión ante las realidades que vemos en los medios de comunicación.
IRENE ÁLVAREZ
Es complicado resumir o plasmar en tan sólo 300 palabras la motivación, iniciativas o de manera general, que es para mi el recorrido que llevamos los y las jóvenes pertenecientes a grupos Adsis.
Primero de todo creo que debo agradecer la oportunidad de pertenecer a un grupo de jóvenes y de poder juntarme con otros grupos de diferentes comunidades autónomas.
Es curioso como chavales y chavalas de diferentes edades, ciudades, gustos… nos juntamos alrededor de unos objetivos y valores muy parecidos; luchar por las desigualdades, acercarnos más a Jesús desde la juventud, informarnos, tomar acción de temas actuales que nos preocupan, ayudar y proteger a los colectivos más vulnerables y en desigualdad, crear una red de confianza, afecto, amor y cariño y, en definitiva, la ambición de querer cambiar el mundo desde lo sencillo, lo simple y lo terrenal.
Para mi, estos espacios (convivencias, grupos, reuniones, pascuas, encuentros…) son espacios en los que poder ser yo misma, sentirme cómoda al 100% con quién soy, sentirme completamente libre de poder pensar, sentir y creer lo que quiera y en quien quiera y saber a ciencia cierta que nunca voy a ser juzgada por ello.
El recorrido que llevo andando en grupos (de la parroquia, postcomunión, confirmación…) es bastante largo y puedo decir que gracias a estos grupos y a las personas que me han acompañado en este camino, (acompañantes, compañeros/as. amigos/as, gente de otras ciudades…) hoy en día soy quien soy y no puedo estar más agradecida, orgullosa y contenta de ello.
Siento que quizá en muchos aspectos somos los y las raritos/as (generalizando un poco) porque la juventud de hoy en día tienen intereses muy diferentes y diversos y es por esto, por lo que me siento muy privilegiada de poder compartir mis ideales, mis creencias, mis sentimientos, mis secretos y mis verdades de una manera tan común, tan bonita e íntima, en espacios tan cuidados y tan personales.
ROCIO
Soy Rocío y pertenezco a uno de los grupos de jóvenes de la parroquia Beato Florentino, de Valladolid. A lo largo de estos años he ido aprendiendo y creciendo, en valores y en la fe, y ahora que echo la mirada atrás me doy cuenta de la diferencia entre la persona que era al empezar, al participar en los primeros encuentros de jóvenes y la que soy ahora. En las primeras experiencias buscaba conocer gente, gente que pensara un poco como yo, que le movieran las mismas cosas. Con 15 años es difícil en el instituto encontrar a gente con quién hablar sin que te juzgue, y eso era lo que buscaba, un espacio para escuchar y que me escucharan sin tener miedo y en el que aprender y conocer a Jesús. Buscaba poder parar y dejar de lado la rutina. Recuerdo ir un poco nerviosa por miedo a no encajar, pero también con ganas, y cuando volvía a casa siempre me sentía feliz y agradecida por haber tenido la oportunidad de compartir momentos, oraciones, conversaciones…
Con el tiempo ya no solo buscaba pasar tiempo con esas personas que se han vuelto tan importantes para mí. Buscaba, y busco, algo más, espero poder vivir una experiencia que me llene, me enseñe a vivir mi día a día siguiendo a Jesús, aprendiendo de él y del resto de jóvenes, siendo consciente de otra realidades, debatiendo y escuchando diferentes ideas. Voy con la idea de dejarme sorprender por Jesús, quizá con muchas preguntas para las que no encuentro respuesta. Y “volver a la realidad”, a veces con más dudas e inquietudes, siempre con ganas de más, de buscar a Jesús y apoyarme en él y en lo que me aportan cada uno de estos encuentros para seguir creciendo
LUCÍA NAVARRO
¿Cuántos años hace ya que soy parte de mi grupo de fe? ¿Cuántas cosas nos han pasado? En este tiempo hemos sido mucha gente, hemos hecho muchas cosas, hemos escuchado muchas canciones y compartido muchas historias y en algún punto del camino… nos hemos convertido en adultas. No sé muy bien cómo (creo que ninguna lo sabemos) hemos ido aprendiendo, aprendiendo a acompañarnos desde lo que somos.
Ahí está el tema… desde lo que somos.
Para mi empezó como empiezan muchas cosas en mi vida… una especie de “deber”. Un deber elegido… pero un deber al fin y al cabo. Una apuesta que hoy, al mirar hacia atrás, veo que era más profunda que eso, que estaba impulsada por una búsqueda y sostenida por una intuición (aunque fuera muy pequeñita).
Desde entonces, mi grupo ha soportado mis pedradas con paciencia y cariño, ha sido raíz en los momentos de crecimiento, sostén en la incertidumbre de los cambios, reflejo de mi alegría en los momentos plenos y roca firme en las tormentas externas e internas. Hoy ya no es un deber, sino un impulso.
Son personas que te dan un empujón, que no te dejan acomodarte. No porque sean especialmente pesadas, sino por el ejemplo de sus vidas. Son personas qué siguen tan en búsqueda como al principio, que se turnan contigo para tirar del carro (que, no nos vamos a engañar, a veces pesa), que te ayudan a dar sentido a eso tan raro que es la fe…Ellas son las que me hacen más fácil seguir caminando. De las personas de mi vida en las que más claramente veo a Jesús, sin hacerme muchos cocos ni dar muchas vueltas.
Y ya está, mi grupo no es más que eso. Cinco personas que nos acompañamos en nuestras vidas sencillas y complejas. Qué estamos simplemente presentes, o al menos lo intentamos. Personas muy normalitas, con nuestras luces y sombras, que nos admiramos y nos queremos.