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Dentro de las entrevistas que llevamos realizando en este programa intentamos dar a conocer distintas realidades eclesiales para ver cómo se entiende que trabaja y se vive. El mensaje de la encíclica Laudato Si. En nuestro periplo hemos pasado por Málaga, por Madrid, por Toledo, por Zaragoza. Nuestra siguiente parada nos lleva hasta la Archidiócesis de Pamplona, concretamente hasta la capital navarra.

La parroquia de San Francisco de Asís ha sido el germen del desarrollo de distintas actividades que promovían el cuidado de nuestra casa común. Esta semilla ha ido creciendo y recientemente ha constituido la Delegación Episcopal de Ecología Integral. Hoy contamos en el programa con Pedro José Jiménez Sarasa. Nacido en Pamplona, es sacerdote y biólogo, miembro de las comunidades cristianas Adsis.

Muy buenas tardes, Pedro, y bienvenido. Muchas gracias por acompañarnos. Buenas tardes. ¿Qué tal? Saludos a todos y con mucho gusto, siempre que podamos colaborar. Aquí estamos. Bueno, pues darte las gracias por tu presencia en este programa y traernos un poquito de tu experiencia. No hemos finalizado el tiempo de la creación.

La festividad de San Francisco de Asís, un tiempo que en Pamplona, a través de este grupo, se ha puesto en marcha desde hace mucho tiempo, un gran número de actividades que preguntarte cómo ha ido, cuáles han sido los objetivos de este tiempo de la creación y cuáles han sido sus actividades.

Bueno, estamos muy contentos. El tiempo de la creación se va asentando poco a poco y nosotros como grupo, habría que contar un poquito la historia del grupo. No solo la parroquia San Francisco de Asís, hay parroquias que llevan años ya haciéndolo desde su propia vida parroquial y lo que hemos hecho es juntarnos más en los últimos años.

Y estamos cogiendo un vuelo muy bonito como grupo; es un grupo espontáneo, ha nacido de diferentes personas de parroquias, de colegios, también jesuitas, salesianos, dominicas. Hay algunas religiosas contemplativas, o sea, es un grupo eclesial muy bonito. Y este año era la primera vez que ya teníamos una programación conjunta en el tiempo de la creación y la hemos ido haciendo, además a lo largo de varias localidades.

O sea que ni siquiera solo en Pamplona. Empezamos con una charla sobre el tema de la ropa, que nos parece muy grave, el tema que no sabemos ni de dónde ni a qué coste nos vestimos. Y en la ropa hay un componente importante, verdad, de consumismo y de contaminación.

Nos sirvió mucho una charla, primero en una parroquia, luego nos fuimos a una casa parroquial en la montaña en Azcárate para hacer una tarde de profundización. Claro, entre semana, pues pudo el que pudo, pero nos juntamos una docena y estuvimos reflexionando sobre el mensaje de este año del Papa Francisco, porque tenía mucha hondura y nos dio para reflexionar, para rezar juntos y charlar un ratito así, sin prisa.

Una tarde en una casa en la montaña, fue precioso. Luego, un capuchino que está en Ecuador nos habla del tema de los combustibles fósiles y de cómo están sufriendo toda la población que vive en la selva. Nos ponen también en la realidad, intentando sumarnos a estos temas de un Tratado contra una moratoria de los combustibles fósiles y así tomar posturas un poco más exigentes. Luego se hizo el encuentro con nuestro arzobispo nuevo, Don Florencio, en otra parroquia, en otra localidad también con toda la celebración, una celebración de la palabra que permite estar a toda la gente ahí, a gusto y juntos.

Y culminó todo con una jornada en la selva del Irati, un bosque muy valioso en el Pirineo de Navarra. Montamos un autobús e irnos juntos a pasar el día, a caminar, a charlar y a terminar en una ermita hacer una eucaristía final. Así Laudato Si, en una ermita paradisíaca.

También sabemos que algunas parroquias han ido haciendo actividades propias. Con el tema del desperdicio de los alimentos, con el tema de cuidar los jardines dentro de la ciudad, de conocer mejor o iniciativas a nivel parroquial también diversas, se va creando así espontáneamente.

Yo creo que con lo que me estás comentando se perfila muy bien esta idea de la encíclica Laudato Si, de que todo está conectado. Habéis tocado un poquito todos los palos. También me viene a la memoria una frase que dijo un franciscano: ver, juzgar, actuar y celebrar. Se ha cumplido este cuarto paso por la celebración comunitaria en la ermita.

Estamos muy contentos porque nuestro arzobispo Florencio estuvo muy interesado en este tema. Navarra no tenía nada oficialmente, y él nos recibió a un grupo de los que estamos más inquietos en torno a Laudato Si. Ya dijo directamente que quería hacer una delegación dentro de la Pastoral Social, y nos pareció bien. Este grupo es prácticamente de laicos, alguna religiosa y unos pocos curas.

Me ofrecí para empezar, en los primeros años como sacerdote, y luego es una delegación que puede llevar un laico o una laica perfectamente. Este periplo es un poco novedad en la diócesis, estamos comenzando, y es muy ilusionante. Nos sentimos alentados por el arzobispo, y hay cierto entusiasmo como grupo. La delegación ya supone un respaldo de la Iglesia diocesana, no somos unos cuantos haciendo esto por nuestra cuenta, sino que es una voluntad del arzobispo y de la Iglesia que esto salga adelante.

De hecho, también nos decía que si vamos a cualquier sitio respaldados por el arzobispo, es mejor, porque si no, quizás no reciban tanto. Estoy contento porque también es muy personal para mí; soy muy de Iglesia y de ecología. El arzobispo quiere que le demos visibilidad a todos estos temas y nos coordinemos dentro de Pastoral Social con muchas otras pastorales pequeñas, como Cáritas, Manos Unidas, y también está el tema de la trata, de los migrantes, de los gitanos y de la pastoral penitenciaria.

Toda esta pastoral social busca que estemos ahí y que hagamos una labor. A nivel de España, la Conferencia Episcopal nombró a Eduardo, colaborador de este programa que es muy activo y valioso como científico. Coordinarnos con él y todas las delegaciones que vayan saliendo, hacer algo conjunto, y hay un dicasterio en Roma que está movilizando todo esto, dinamizando para que hagamos cosas coordinadas a nivel de España y en nuestra diócesis, donde está todo por hacer en ese sentido de Iglesia diocesana.

Hay muchas iniciativas propias. Los colegios católicos ya están trabajando temas de educación ambiental y ecología, pero hay mucho que hacer en las clases de religión, en los colegios y en las parroquias. Creo que nos toca hacer una labor de sensibilización, incluso de quitar prejuicios. A veces te cortas en decir la palabra "ecológico" porque ya te clasifica, te etiqueta. Hay una labor bonita, es nuestro estudio del Evangelio y es de la Iglesia. Con todo esto, hay mucho que hacer, y estoy muy entusiasmado, con ganas de abordar más realidades en la diócesis que van más allá de este grupo espontáneo.

Enhorabuena y ánimo con el trabajo que se viene por delante. En España, ya casi 2/3 de las diócesis, es decir, unos 40, tienen una delegación, oficina o secretariado para potenciar el cuidado de nuestra casa común. Cada una trabaja en áreas distintas, respondiendo al clamor de la tierra y el grito de los más pobres, que se manifiesta de muchas formas, como la caridad para los gitanos, la pastoral de la salud, y un largo etcétera. Todo está conectado.

No olvidemos que muchos migrantes hoy en día llegan aquí por problemas ambientales en sus países; las cosechas se secan, hay problemas de supervivencia, y por eso emigran. Recientemente se ha reconocido que hay una película preciosa, "La carta", hecha por la Santa Sede, donde uno de los protagonistas es un muchacho de Senegal que se mete en una patera porque su pueblo no sobrevive a la sequía y a las inundaciones. Es un buen documental hecho por el Papa que merece la pena conocer.

Ahora me gustaría hacerte una pregunta un tanto personal, ya que llevas tanto tiempo trabajando en el ámbito de la ecología integral. ¿Qué significa para ti trabajar en este ámbito y qué te ha aportado la encíclica del Papa?

En 2015, cuando apareció la encíclica, pensé que bien, porque uno recibe un respaldo a sus dos vocaciones. Desde niño me ha gustado la naturaleza, y allí está ese tema cristiano de siempre, de joven en la parroquia y en el ámbito biológico. Empecé a trabajar en un sitio cuidando aguas. Luego me fui a la misión con los curas diocesanos en Venezuela, así que siempre he tenido esas dos inquietudes. Esto terminó en una vocación concreta, ser parte de Adsis y ser sacerdote diocesano. Al llegar la encíclica, se unieron estas inquietudes y me permite, desde mi formación científica y desde mi vocación sacerdotal, hacer esta labor.

Adsis también es una vocación de presencia con los pobres y los jóvenes. 

El Papa nos ha llamado la atención sobre lo que causa la pobreza y lo que causa la crisis climática. No son dos luchas ni dos temas diferentes. Para mí personalmente, el Papa me dio un respiro y un ánimo, y ahí estamos.

Con mucha satisfacción, estoy viendo ambas facetas de mi ser cristiano y sacerdote. La idea de la crisis ecosocial, que señala el Papa, no trata de dos crisis separadas, sino de algo totalmente ligado. Esto también se repite en la exhortación que recientemente ha cumplido año y medio desde que se lanzó la Laudato Si.

Continuamos aquí en este programa con Pedro Jiménez de la Diócesis de Tudela, conociendo un poco más sobre su trayectoria vital y el trabajo que se está haciendo en favor del cuidado de nuestra casa común en la diócesis. Han mencionado varios aspectos de tu biografía, como que has estado en misiones en Sudamérica. Sé que también has formado parte de la pastoral penitencial. Todo ello seguramente te habrá formado en tu misión como miembro de Adsis, un movimiento de comunidad cristiana que nació en Bilbao en 1964. ¿Podrías explicarnos en qué consiste Adsis y cómo se hace presente hoy en día?

Adsis significa que estés presente. Es una llamada de las típicas comunidades que salieron de las juventudes de Salesianos del postconcilio. Hicimos camino propio en diferentes ciudades, no solo en Bilbao, sino también en muchos otros lugares. En los años 90 ya fuimos a América y a Roma, donde he vivido como parte de Adsis.

Intentamos conjugar la vida comunitaria entre laicos y sacerdotes, tanto célibes como casados, algunos viviendo juntos. Ahora, algunos viven en sus propias casas, pero siempre compartiendo todo, es decir, una vida comunitaria fuerte, no solo para vivir mejor, sino para servir a los jóvenes. Esta es una vocación de presencia, de no huir de los problemas.

Siempre hemos querido ir a las periferias. De hecho, ahora tenemos una comunidad que lleva unos años en Togo, en África. Ahí seguimos trabajando, intentando involucrarnos con los jóvenes, lo cual no es fácil, pues queremos servir a los jóvenes, pero nadie sabe muy bien cómo hacer nuestra pastoral juvenil. He intentado ser efectivo, pero vivimos en una impotencia, que también es signo de madurez. Algunos de los que empezaron ya se han jubilado, y estamos madurando como comunidades cristianas.

La vida comunitaria permite muchas cosas. A veces, los sacerdotes pueden sentir soledad, pero nosotros vivimos con otros célibes y también con mujeres, en un ambiente familiar. A mí me permite dedicarme a todas estas labores y, como presbítero, trabajar dentro de la comunidad en nuestra propia pastoral de Adsis.

Además, dentro de Adsis, tenemos una iniciativa que se llama la bandada, que busca coordinar a aquellos que quieren moverse en temas de ecología. Queremos ser comunidades sostenibles y contribuir en aspectos como el hogar, el transporte, la energía y el consumismo. Si vivimos en Europa, esta vida consumista nos arrastra, y nuestros hermanos en América y África nos recuerdan que debemos tener cuidado.

Es muy importante la faceta de la conversión ecológica, con pequeños detalles en la vida diaria de nuestros grupos cristianos. Después de la encíclica, la Santa Sede lanzó programas de acción para que todas las diócesis puedan tener sus propios planes de conversión ecológica, así como a nivel de universidades católicas y comunidades.

La propuesta es ambiciosa. Desde la Santa Sede, podemos asumirlo también como familias en nuestras casas o parroquias. Hay recursos en internet que pueden ayudar a todos los que quieran iniciar estos procesos de transformación y conversión hacia una vida más auténticamente evangelizada.

Te agradezco muchísimo, Pedro, por haber compartido tu tiempo con nosotros. Hoy despedimos a Pedro Jiménez, delegado episcopal de Ecología Integral de la diócesis de Pamplona Tudela y miembro de la Comunidad Adsis. Ha sido un gusto, y estoy seguro de que volveremos a hablar en el futuro. Un saludo y buenas tardes.

Nuestra sección de Inspiración y Acción nos ha llevado hasta la Archidiócesis de Pamplona Tudela, donde nuestro compañero Antonio ha tenido, como habéis escuchado, una entrevista con Pedro Jiménez, en la que se ha abordado todo lo que ha sucedido y la legislación en torno a la teología episcopal de esta archidiócesis.