Desde el año 2015, Grecia ha sido la puerta a Europa para más de un millón de refugiados, la mayor parte de ellos de Siria y Afganistán. En marzo de 2016, el tratado entre la UE y Turquía supuso el cierre de fronteras, haciendo más complicado todavía el paso desde Grecia a otros países de la Unión. Más de 60.000 refugiados se han quedado atrapados en Grecia, viviendo en una angustiosa e indefinida espera. Por suerte, no están solos: además de las grandes ONGs y entidades no lucrativas, centenares de voluntarios de todo el mundo han decidido aparcar sus vidas temporalmente para acompañarles y hacer que su día a día sea más llevadero.
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