Gonzalo Espina: primer Moderador tras José Luis
José Luis dejó en mí una huella honda e imborrable. Unidos en la vocación Adsis cerca de 50 años, de los que señalo algunos hitos más importantes.
Recibió mi promesa (opción vocacional) a los 16 años. Me planteó discernir la llamada al ministerio de Presbítero, me fui a vivir con él en la primera vida en común, en la calle Ledesma (Bilbao), empezando a estudiar la teología. Su imposición de manos y abrazo, en mi ordenación sacerdotal (la segunda, después de Guillermo), fueron muy significativos. Fui el primer hermano a quien propuso salir a fundar a Latinoamérica. Trabajé estrechamente unido a él como Consejero para Latinoamérica.
Después me traspasó el servicio de Moderador General en la Asamblea del 2001 y durante 12 años compartimos la vida en común en nuestra casa central, en Peñagrande (Madrid). Siempre me sentí profundamente respetado, querido y animado, con su cercanía y consejo. Tantos momentos compartidos: diálogos, reflexiones, solicitudes, oraciones y celebraciones, búsquedas, servicios y sueños.
Entre los muchos rasgos de su huella en mí destaco algunos. La centralidad y primacía del servicio a cada persona, templo de Dios. Una existencia vivida en la presencia de Dios, acogiendo su amor salvador, desde una radical confianza. El deseo de conocer, amar y manifestar a Jesucristo, cada vez más. El valor de la fraternidad y su encarnación en una comunidad y en una Iglesia samaritanas y misioneras. La pasión por los jóvenes y los pobres, desde la cercanía y el servicio. El estar atento a los signos de los tiempos, ir siempre al Evangelio sin filtros ideológicos, y ejercer la profecía, en pro del anuncio con signos y palabras. La vivencia, el ejercicio y anuncio de la misericordia de Dios, desde la humildad, la obediencia y la libertad.