El curso 2020-2021 ha supuesto un desafío pastoral global, que no se parece a nada de lo anterior. Sentimos que han confluido tres “urgencias cristianas”. Por un lado, la pregunta por cómo acompañar la pandemia del Covid 19 y sus consecuencias, que nos ha movido a buscar luces ante esta realidad inédita de limitación y provisionalidad. Junto a esto está el impulso del Papa Francisco, que en los últimos años nos ha llamado y nos sigue llamando con insistencia a no quedarnos en una “pastoral de mantenimiento”, sino a constituirnos como “Iglesia en salida”.