Entrevistamos a Julio Gomez, coordinador de la unidad de cuidados paliativos en el Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, y miembro de Adsis, con motivo de la publicación de su libro: Desde la compasión. A través de sus páginas disfrutaremos de un hermoso canto a la compasión. La pasión por construir para todas las personas un mundo más compasivo y habitable, desde la convicción profunda de que nada de lo humano nos es ajeno.
¿Cómo surgió la idea de la creación del libro?
Realmente no fue algo premeditado. Su contenido nunca fue escrito pensando en su difusión. En mi oración – meditación diaria escribo lo que brota de interior ante la lectura del Evangelio del día. No es un ejercicio reflexivo, sino vivencial. Es algo personal que comparto con unas pocas personas.
Por otro lado, estoy implicado en el impulso de un proyecto de construir una ciudad compasiva, en el municipio de Santurce (Bizkaia) donde se ubica el hospital en que trabajo. Esto ocurre en paralelo a otros proyectos similares en País Vasco, con quienes formamos una Red de Ciudades Compasivas.
Con las personas que los impulsan empecé a compartir las meditaciones centradas en la Compasión. De este compartir y de lo que me devolvían, surge la idea de hacerlo extensivo a más gente. Así el Hospital San Juan de Dios de Santurce le pareció bien editarlo y ofrecerlo digitalmente para quien quiera aprovecharlo.
Nada humano me es ajeno... ¿qué significa este proverbio en nuestra era?
Todos los seres humanos estamos vinculados de una u otra forma. Ser humanos nos hace hermanos y hermanas y compartimos algo básico y fundamental: nuestra vulnerabilidad. Cuando contemplamos a otro ser humano herido y vulnerable, somos nosotros mismos quienes estamos ahí, es parte de nosotros mismos lo que se resiente. Son tiempos de guerras y violencias, una vez más. Y son muchas las personas que cada día sufren. Nada de todo eso nos es ajeno y reclama nuestra respuesta.
En el libro hablas del acompañamiento compasivo lanzando varias preguntas ¿cómo acompañar siendo ciego? ¿Cómo encontrar caminos si no recorremos los nuestros? Cuánto hay de tu experiencia en este libro.
A lo largo de los años en cuidados paliativos me voy dando cuenta de que solo quien se atreve a entrar en la propia experiencia de dolor, a afrontar sus heridas, está legitimado para hacer el camino junto a quienes sufren. Yo suelo decir que “no se puede acompañar a nadie a un lugar a donde no nos atrevemos a entrar”. Por otro lado, si no somos conscientes de nosotros mismos y de nuestras propias heridas puede que en el intento de acompañar a otras personas nos perdamos y no seamos capaces de distinguir qué es nuestro y qué es de la persona que acompañamos.
Escribir este libro desde la experiencia, y ahondar en ella ¿hace que se reformule tu vivencia de la misma? ¿Es terapéutico escribir sobre la compasión para entender mejor el sinsentido?
El contenido del libro lleva gestándose día a día desde hace casi tres años. Va evolucionando conmigo. Para mi ese día a día es una oportunidad para poner la compasión como referencia a la hora de mirar la realidad, mi realidad y la del mundo en que vivo, desde lo más próximo a lo más lejano.
Además, me hace consciente de los caminos que soy llamado a recorrer y que me cuestan y voy dejando para otro momento. Meditar la compasión, hacerla presente cada día, es un recordatorio, una dosis de recuerdo (como si de una vacuna se tratase) para encontrar mi lugar en el mundo, en medio del dolor y el sufrimiento. Y a la vez, es una manera de mirar la realidad, a las otras personas y de mirarme a mí mismo. Sin juicios, con ternura, como nos mira Dios.
Más de 100 poemas recorren el libro, ¿hay alguno con personas concretas detrás, con un significado especial para ti?
Como decía han sido escritos desde las resonancias de la Palabra del día y desde las que nacen mi realidad personal y profesional. Tienen rostros, historias y a la vez mi propio rostro y mi propia historia. Como decimos en el credo Adsis “amamos una historia por hacer y un mundo por construir y liberar”.
¿Tienes algún otro proyecto en mente?
En el grupo de espiritualidad de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) del cual participo, entendemos el camino de aceptación del final de la vida como un itinerario que va desde el caos a la aceptación y de la aceptación a la transcendencia. Este camino es personal e intransferible.
El proceso se facilita desde un acompañante que cultive tres actitudes clave para que la persona transite en su propio camino; la hospitalidad, la presencia y la compasión. Este libro recoge reflexiones sobre la compasión. Tal vez en futuros escritos sea la oportunidad para abordar la presencia y la hospitalidad. Pero siempre pegados a la experiencia del día a día y no como una reflexión conceptual, sino ante todo y sobre todo vivencial.