Mientras caminaba, en reiteradas ocasiones me crucé con la pregunta: - ¿Y por qué camino? Pues pareciera que a pesar de tener pendientes algunos trabajos en la universidad, que a pesar del cansancio que significa recorrer 27 kilómetros, sumando el cansancio que vamos acumulando durante el semestre y a pesar de los muchos otros “rollos” que moran en la mente y corazón, el anhelo del “Encuentro” es lo que nos empujó a seguir caminando.
En la ruta de la Santa podemos experimentar a Cristo humano en la fe, que nos abraza con alegría, con misericordia y amor. Acoge cada una de las mochilas que se encaminan, nuestras intenciones y preocupaciones, y nos va mostrando también las del resto. De esta manera, Teresa me ha enseñado que ante la fatiga y los obstáculos, Cristo se transforma en nuestra ruta, se encarna como nuestro camino, nuestro suelo y pies.
Emilia Camus Salinas