A partir de la presencia y detección continuada en calle, el equipo educativo contacta con jóvenes que utilizan el espacio público como lugar habitual de relaciones y que presenten rasgos de riesgo de exclusión, y se ofrecen a ellos/as como recurso en diversas áreas:
Ofrecerles información y asesoramiento sobre áreas de su interés (cursos de formación, búsqueda de empleo, cuestiones legales, cobertura de necesidades básicas –vivienda, alimentación, higiene…-, tiempo libre, etc.)
Itinerarios individualizados para acompañar al o la joven a conseguir un objetivo concreto que se plantea a corto o medio plazo: renovar su NIE, conseguir un recurso de vivienda, cubrir sus necesidades básicas, conseguir una mejora personal, etc. Se trata de un acompañamiento educativo pactado, se realiza mediante entrevistas frecuentes para ir valorando cada paso y diseñar el siguiente, y se le ofrece apoyo en todas las gestiones que no pueda realizar solo o sola.
El proyecto ofrece la posibilidad de practicar algunas actividades deportivas durante todo el curso (equipo de futbol, equipo de baloncesto...), y/o de forma puntual (torneos, partidos amistosos, etc.). El deporte es un buen recurso que favorece el desarrollo de valores y actitudes valiosas para los y las jóvenes, también es ocasión para establecer relaciones más estables en el tiempo, etc.
Actividades de dinamización del espacio público: con el fin de favorecer la convivencia intercultural en algunos espacios públicos con conflictividad elevada se propician actividades lúdicas abiertas a adolescentes y jóvenes del entorno y/o vecindad, que pretenden crear un ambiente positivo y de relación distendida en la zona: liguillas, música, circo, etc.
Todo ello requiere un constante contacto y trabajo en red con entidades del barrio y de la ciudad, para poder dar respuesta a todo lo dicho.
También trabajamos con entidades y servicios del territorio organizando iniciativas comunitarias para jóvenes (con Casal de Jóvenes, Centro Cívico, Asociación de Vecinos y Vecinas, ONG...): talleres de tiempo libre (boxeo, baile, etc.), jornadas puntuales, la Fiesta Mayor del barrio, etc. Además, propiciamos la colaboración de jóvenes con necesidades comunitarias del entorno para fomentar su sentimiento de pertenencia y de solidaridad.
Desde hace unos años, aumentó notablemente la inmigración juvenil a la ciudad y este barrio tan céntrico resultó ser lugar de encuentro de día y de noche para adolescentes de centros de menores (algunos de ellos fugados) y por jóvenes mayores de edad recién llegados de otros países, que no tenían familiares en la ciudad ni lugar en el que vivir.
Este hecho supuso todo un desafío para el proyecto: conectar con estos jóvenes (muy resistentes ante las figuras educativas), conocerles y atender sus demandas y necesidades, la mayoría de ellas muy básicas: un lugar donde dormir, alimentación, poder ducharse y cambiarse de ropa...; posibilidades de formación, gestiones administrativas (NIE), etc.
A continuación, comparto algunas de mis vivencias personales del día a día, aunque no soy educadora.
En primer lugar, me supone un contacto directo y crudo con la pobreza y la exclusión, cada día me toca recibir e intercambiar las primeras frases con bastantes jóvenes que llaman a nuestra puerta deseando ser atendidos y esperando que alguien les oriente en la nueva realidad a la que han llegado. Su cara y su expresión ya me dice muchas cosas, antes de que puedan ser acogidos por mis compañeros/as: veo tristeza, esperanza, deseo de dignidad, adicciones, cicatrices en algunos casos.
Cargan historias muy complicadas en su mochila, que escucho de sus conversas (en nuestro local no tenemos puertas ni espacios de intimidad) o que mis compañeros/as me comparten en muchos momentos. A veces comentamos que si las hubiéramos vivido en primera persona, quizá hubiéramos sucumbido... Me provocan empatía, ternura, deseo de tratarles bien, con la dignidad que todo ser humano merece.
Cuando se trata de jóvenes que desaparecieron una temporada larga y regresan deseando empezar de cero, veo en su rostro búsqueda de apoyo, confianza, deseo de hacerlo mejor esta vez, quizás más cicatrices en el cuerpo y en el alma de las que tenían antes...
Todo esto mezclado con una convicción profunda, a partir de la cual decidimos trabajar: no les vamos a tratar como víctimas, ni desde la pena; vamos a hablarles con claridad de todo el camino que tienen por delante, sin esconderles las dificultades que encontrarán; pero vamos a confiar en sus posibilidades, ofreciéndoles nuestro apoyo incondicional para que puedan caminar y realizar su proceso, les lleve el tiempo que les lleve.
Les transmitimos el mensaje de que siempre podrán regresar y volver a comenzar de cero, aunque se marchen, se pierdan y den sus vueltas...
En la pared del local tenemos escrita una frase en letras grandes “El futuro comienza hoy”, que nos inspira cada día.
Personalmente, acompañar este proyecto me conecta con el Evangelio y con nuestro Ideario “estés presente”.