Hombre de fe, de corazón limpio e iniciativa solidaria, este sacerdote salmantino de la comunidad Adsis ha fallecido el 15 de agosto en Salamanca, a la edad de 60 años.
MARIANO MONTERO, SACERDOTE ADSIS
Roberto Fernández nació en Salamanca el 28 de julio de 1961. Hijo de Florentino y de Teresa, fue el tercero de seis hermanos. Vivió con su familia en el populoso barrio Garrido, estudió en el colegio público San Mateo y en el Instituto Fray Luis de León. Fue en ese barrio donde se constituyó la comunidad Adsis de Salamanca, a la que Roberto conoció desde joven a través de las parroquias de San Mateo y Nuestra Señora de Fátima.
Se implicó cada vez más en esta vocación, asumiéndola como ideal de vida. Celebró su opción definitiva como hermano Adsis el 14 de abril de 1984. Terminó sus estudios de Medicina en 1986 y desde entonces trabajó en el Servicio de Atención de Toxicomanías en Cáritas Diocesana de Salamanca. Queriendo dedicar toda su vida al servicio de los demás, a corazón entero y para siempre, celebró su opción por el amor célibe el 28 de julio de 1989.
El año 1991 se trasladó a Valladolid, siendo uno de los hermanos fundadores de la comunidad Adsis de esa ciudad. Allí continuó trabajando como médico en el Servicio de Toxicomanías de Cáritas Diocesana, a la vez que estudiaba Teología en el Instituto San Pío X de Madrid. Celebró su ordenación presbiteral en la catedral de Valladolid el 20 de septiembre de 1999. Ese curso sirvió como vicario parroquial en el barrio de La Rubia, y los años siguientes como párroco en la parroquia Beato Florentino. En esa zona y parroquia nuevos, llenos de familias jóvenes y de niños, desarrolló un estilo ministerial de cercanía y amistad con la gente y de especial dedicación a los jóvenes.
En junio de 2007 sufrió un accidente dentro de la iglesia parroquial, con un golpe en la cabeza que le tuvo entre la vida y la muerte más de un mes. Su familia, sus hermanos de comunidad y la gente de la parroquia se volcaron en muestras de apoyo y afecto. Se recuperó poco a poco y en enero de 2008 se trasladó a Salamanca, ciudad donde viven su madre y familia y su comunidad de origen. Por varios años sirvió como presbítero en la parroquia de Santa Marta, en la que tantos le recuerdan con cariño.
Sacerdote cercano y servicial
A final del 2009 y 2010 padeció dos meningitis que le llevaron a estar hospitalizado por meses, estando en varias ocasiones entre la vida y la muerte. Se recuperó, aunque más limitado y dependiente, lo que le llevó a una vida más sencilla y cotidiana desde la casa Adsis de Doctrinos. Todos recordamos su mirada buena y su sonrisa, que nos regalaba desde su silla de ruedas. Desde marzo de 2015 hasta hoy, dada su creciente situación de dependencia, ha vivido en la residencia San Rafael y en la residencia Sacerdotal de la Diócesis de Salamanca, acompañado permanentemente por los hermanos de la comunidad Adsis y su familia.
Roberto ha sido a lo largo de su vida un sacerdote cercano, disponible y servicial, que ha dejado un recuerdo cariñoso y agradecido en muchas familias y jóvenes. En sus años profesionales y ministeriales se ha mostrado como un hombre de fe, de corazón limpio e iniciativa solidaria, desarrollando un estilo de relación y acompañamiento que creaba confianza y generaba esperanza. Tras aquel accidente del que sobrevivió milagrosamente, sus últimos 14 años han sido para los que hemos estado cerca de él un regalo de Dios, mostrándose desde su fragilidad como signo de los pequeños del Reino y como llamada a la sencillez y la gratuidad de la vida.
¡Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos! ¡Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios! Roberto, hermano y amigo, ya para siempre en la Casa del Padre: ¡gracias y hasta pronto!