El día uno de septiembre de 1984, Don Mauro Rubio, obispo de Salamanca por aquellas fechas, encomendaba la parroquia de Santa Marta de Tormes a “Julio Parrilla (Adsis)” (sic). Entonces ese pueblito, a cuatro kms de la capital tenía unos cinco mil habitantes. Hoy es una “semiciudad” de más de 15.000 habitantes que conserva el frescor y el sentimiento de vecindad de un pueblo castellano a la vez que el aire de una pequeña ciudad.
Treinta años: el tiempo que la Comunidad Adsis sirve a la Iglesia de Salamanca y al pueblo de Santa Marta desde la parroquia. Y ese cumpleaños fue celebrado el sábado 22 de noviembre. La tarde comenzó con unos juegos con los que hoy son niños, muchos de ellos hijos de los que en su momento acudieron a las catequesis de los mismos niveles de edad.
Posteriormente, y en torno a una mesa compartida, reencuentros, recuerdos, abrazos, alguna lágrima emocionada,… Hermanos Adsis “de todas las horas”: desde finales de los 60 hasta hoy. Y también feligreses de estos treinta años. Catequistas, agentes de pastoral de la salud, de la caridad o acción social, del tiempo libre, acompañantes, grupos de adultos, de oración, niños, adolescentes, jóvenes y otros que lo fueron y hoy acuden con sus niños, adolescentes,… También el recuerdo de los que no pudieron venir pero que con su entusiasmo y abnegación lograron lo que hoy es la Parroquia de Santa Marta: una comunidad viva, una iglesia con puertas abiertas por las que se entra y se sale al encuentro de la sociedad y del alejado. Y las variadas vocaciones a los distintos carismas que han surgido en esta parcela de Iglesia que es la Parroquia, con especial evocación a los hermanos Adsis que decidieron vivir su fe desde el ministerio sacerdotal y que hoy lo ejercen en distintos lugares de esta aldea global que es el mundo.
Un largo mural con una línea del tiempo, salpicado de leyendas y fotos, recordaba los acontecimientos de estos años. Y en el recuerdo las personas que aquí dejaron parte de (¡o toda!) su vida al servicio de la evangelización, especialmente entre los “sobrantes” de la sociedad. Las fotografías evidenciaban que los treinta años han dejado su huella en los rostros de las personas. Pero era una mirada agradecida.
La tarde culminó con la Eucaristía, presidida por Don Carlos, el actual Obispo, y concelebrada por su Vicario de Pastoral, los actuales presbíteros Adsis Jesús Alonso y Rodolfo Pérez y por un puñadito de curas amigos de la comunidad. Pero en las naves del templo la verdadera parroquia: las gentes del pueblo que fieles al Resucitado anuncian el evangelio en estos tiempos de apariencia desértica pero que con una mirada trascendente asoman como tiempos que retan a convertir el corazón y la pastoral para que sirvan al hombre y a la mujer del siglo XXI como luz en su caminar. Fue una Eucaristía de Acción de gracias a Dios por todo lo regalado en estos años tanto a Adsis como al pueblo; y a las personas, por su entrega callada cuyo fruto hoy es una Parroquia evangelizadora con Espíritu.
El programa acababa con el final de la misa. Pero muchos fueron los que quisieron alargar el encuentro. Los locales parroquiales se volvieron a llenar de sonrisas, de fotografías, de recuerdos del pasado y de mutuos ánimos para el futuro. Sopla el Espíritu, los pobres nos siguen mostrando el rostro del Crucificado y los jóvenes el del Resucitado: ¡hay esperanza, hay futuro! Era casualmente la fiesta de Cristo, el Rey de la Historia.
Miguel Reyes