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España está siendo sacudida por el juicio a ‘La Manada’ y por una sentencia discutida y discutible que ha provocado una enorme indignación social. Decenas de miles de personas se han echado a la calle ante una sentencia que exculpó de violación a cinco hombres que abusaron sexualmente, todos a una, de una joven en las fiestas de San Fermín. No es lo mismo condenar por abuso que por agresión y violación. La sentencia ha sido recurrida por todo el mundo, incluida la víctima y los agresores. Hoy ya no sólo está en entredicho la sentencia, sino también el mismo Código Penal y el valor de una justicia patriarcal que deja indefensa y herida en el cuerpo y en el alma a una mujer frente a cinco energúmenos.

Por mi parte, quisiera destacar algo menos importante pero profundamente significativo. Me refiero al comunicado, publicado en Facebook, de las Carmelitas Descalzas de Hondarribia, atentas y solidarias con la víctima de ‘La Manada’. Con acierto dicen que esto no es una guerra entre hombres y mujeres. Que lo que no se puede es aceptar que se cometa semejante atrocidad con una mujer y que la que sea juzgada, condenada y humillada públicamente sea la víctima. He leído el comunicado de las monjas y creo que tengo que compartirlo con todos Ustedes. Es una perla fina, propia de mujeres inteligentes, sensibles y creyentes, a las que los muros de su convento no aleja del mundo, sino que las integra en él con mayor profundidad.

'Nosotras vivimos en clausura, llevamos un hábito casi hasta los tobillos, no salimos de noche (salvo a urgencias), no vamos a fiestas, no ingerimos alcohol y hemos hecho voto de castidad. Es una opción que no nos hace mejores ni peores que nadie, aunque paradójicamente nos haga más libres y felices que a muchas. Y porque es una opción Libre, defenderemos con todos los medios a nuestro alcance el derecho de todas las mujeres a hacer Libremente lo contrario, sin que sean juzgadas, violadas, amedrentadas, asesinadas o humilladas por ello. Hermana, yo sí te creo'.

Nuestro país no se libra de esta plaga de violencia, a tal punto que el femicidio prolifera entre nosotros y el número de las víctimas se vuelve algo deleznable e intolerable. Ciertamente necesitamos educar la conciencia y ubicarnos del lado de la justicia, desterrar el machismo imperante y actuar de forma justa e incluyente.  Pero se necesita algo más. Se necesita que la legalidad vigente, la aplicación del derecho y las sentencias judiciales manifiesten con claridad el valor de la persona, su dignidad y libertad más allá de cualquier sometimiento ideológico, psicológico o sexual.

Los cristianos no podemos permanecer en silencio mirando hacia otro lado. Hay que estar del lado de las víctimas. Por eso, mi respaldo sobre todo a la mujer violentada y, por supuesto, a las monjas de Hondarribia.

 

Autor: Julio Parrilla, obispo de Riobamba y miembro de Adsis.
Fuente: El Comercio