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Muchas familias se han quedado sin trabajo y llevan meses a la espera de cobrar algún tipo de prestación
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El 25 % de los usuarios que recurre a la caridad para comer lo hace por primera vez en su vida
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"Atendíamos a 200 personas al día y ahora atendemos a 750"
La céntrica iglesia de Santa Anna de Barcelona es un punto conocido por muchas personas sin techo que a menudo acuden allí para el reparto de comida o de otros materiales. Desde hace unas semanas, estas colas son larguísimas y a los parroquianos habituales se han unido personas que de la noche a la mañana han perdido su empleo y llevan meses sin cobrar ningún tipo de prestación: "Trabajaba en la Fira de Barcelona, vengo de Alicante, me he quedado sin nada", cuenta un joven que se ha quedado en paro. No sólo él. "Mi jefe también está arruinado", explica.
"Trabajaba en una panadería-cafetería, me despidieron por la crisis del coronavirus y a día de hoy ni estoy en la lista del ERTE de la empresa ni he recibido ninguna ayuda. Llevo tres meses sin cobrar nada", cuenta una mujer que prefiere no dar su cara y que acude con su pareja a recoger la bolsa diaria de pícnic con la que comer durante el día. Miles de españoles como ella alargan las colas de comedores sociales y entidades del tercer sector. Se han quedado sin ingresos y se ven en la disyuntiva de tener que acudir a estos servicios o no poder pagar el alquiler. Temen, además, quedarse en la calle.
Cáritas y varias entidades privadas proveen de comida a esta iglesia barcelonesa. Los voluntarios les entregan una bolsa con las tres comidas del día. Se compone de sandwiches, cereales, platos precocinados, fruta y una botella de agua. También les ofrecen un café con leche que, para algunos, es lo único caliente que toman durante el día. El centro usa una de sus capillas de almacén: allí los voluntarios preparan lotes semanales para familias que sí pueden cocinar en casa. "No hay trabajo. Llevo toda la vida trabajando y ahora no puedo cobrar el paro", comenta un usuario que ahora siente vergüenza de tener que acudir a estos repartos de comida.
Los nuevos pobres se han multiplicado por tres
"Las colas para comer se han multiplicado por tres en los últimos meses", explica el rector de la iglesia Peio Sánchez. "Antes de la crisis sanitariaatendíamos a 200 personas al día y ahora atendemos a 750", comenta. El 25% de ellos nunca antes había solicitado este tipo de servicios: "Son personas que no tenían ahorros o no tenían su situación regularizada y que viven en una habitación realquilada. Ahora se han quedado sin ingresos", comenta. Muchas de ellas necesitan acudir a este tipo de servicios para poder pagar su alquiler y no acabar en la calle.
"La crisis sanitaria del coronavirus viene acompañada de una crisis social muy grave que no se ve", explica a NIUS Adrián Padrosa, coordinador de los voluntarios de Santa Anna. "Tememos que estos nuevos usuarios se conviertan en beneficiarios a largo plazo", añade. La iglesia cuenta con la ayuda de una red de familias voluntarias que reparten lotes de comida a otras familias en la misma situación. A su vez, han multiplicado esfuerzos para identificar situaciones críticas y activar los circuitos de asistencia social a las situaciones más vulnerables.
FUENTE: NIUS DIARIO