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No oculta Pedro José Jiménez Sarasa (Pamplona, 13 de marzo de 1964) que las personas escépticas con el cambio climático también muestran distancia con la delegación de ecología integral de la diócesis de Pamplona y Tudela que encabeza desde el año pasado por encargo del arzobispo Florencio Roselló. Para ellos tiene una respuesta: “El Papa Francisco ya nos lo dijo hace diez años en la Encíclica Laudato Sí. Los problemas ambientales y de pobreza y hambre, el destrozo del planeta y el sufrimiento humano en definitiva, tienen una causa común. No hemos cuidado lo que Dios nos da porque falta amor y Evangelio. Tenemos como cristianos algo bueno para aportar, los valores del Evangelio. Es algo que está en la Doctrina Social de la Iglesia. También lo decía Juan Pablo II y Benedicto XVI, que nació en Baviera, tenía una conciencia de la naturaleza. La Encíclica, que es el documento de más valor, una enseñanza del Papa, lo refuerza”.

Natural de Pamplona, criado en el barrio de San Juan al abrigo de la parroquia de San Alberto, se licenció en Biología en la Universidad de Navarra en 1987. Hasta 1989 desarrolló su trabajo científico en el pantano de Eugi. Después llegaría su primera experiencia misionera en Venezuela, el regreso a Navarra para trabajar en Proyecto Hombre y en el poblado de Santa Lucía, donde conoció la comunidad Adsis de la que forma parte desde entonces. A camino entre Roma y Ecuador estudió y se ordenó sacerdote. Desde 2022, tras pasar por Asturias y Valencia, está de nuevo en Navarra. En la UAP Berriozar y Valles, centrado en pueblos de Berrioplano y Juslapeña. En la comarca impulsó con otros compañeros sacerdotes, con religiosas y laicos el grupo Laudato Sí, que tomó el nombre de la Encíclica sobre la ecología del Papa Francisco. Centran su labor en torno al tiempo de la creación, que acaba el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, y en mayo, aniversario del documento pastoral.

Desde hace unos meses está al frente, por primera vez en la Diócesis, de la delegación de Ecología. ¿Cómo explica esta figura dentro de la Iglesia en Navarra?

Ya nos dijo el Papa Francisco que los problemas ambientales y de pobreza y hambre tienen la misma causa: no hemos cuidado lo que Dios nos da porque falta amor y Evangelio. Es lo que podemos aportar, los valores del evangelio y hacer una lectura de las crisis ambiental y general desde la fe. La delegación se enmarca en la Pastoral Social, junto a Cáritas o el trabajo con los migrantes. Somos una parte, delegados del arzobispo, y que ha salido de la Iglesia Diocesana.

¿Qué pueden hacer las personas de fe?

Tenemos el ejemplo de esta sociedad competitiva, que descarta a las personas cuando están viejas o enfermas, entonces podemos aportar fraternidad. O en la economía. Debemos valorar el trabajo frente a la riqueza financiera, que llega sin “trabajar” por la especulación y el pecado. Tenemos que recuperar el trabajo como valor, desde el Evangelio. Aportar la visión del ser humano, para no dejar que nadie se apropie de lo que es de todos, como el aire o el agua por ejemplo.

Parecía destinado a este papel que le han encomendado.

En mí se han juntado dos vocaciones personales que tenía desde niño. El amor a la Iglesia y a la naturaleza y ha sido bonito encontrado. Es verdad que había como una oposición. Se veía como algo snob proteger a los pobres y a la naturaleza. Ahora el concepto es otro y como cristiano se puede completar. Con personas interesadas vamos abriendo camino donde se sabe poco. Nos lo planteamos como cristianos, un camino para educar, dialogar y escuchar.

¿Qué se encontró al llegar a Navarra?

Había un trabajo sobre todo en las parroquias de Barañáin y en Zizur y personas con inquietudes y creamos el grupo. Somos unas 40 personas y ocho que se ocupan de la gestión. Los que eran pioneros ahora deben dar pasos adelante para el proceso de conversión ecológica, que es un término del Papa. También el pecado ecológico lo es. Hay que pensar soluciones. Muchos jóvenes están desesperanzados y frustrados con este tema, pero nosotros estamos al revés. Tenemos cosas que son soluciones. Cuidar y compartir frente a la codicia y el egoísmo. Debemos poner al hombre frente a la dictadura de la tecnología. Las personas en el centro de todo.

¿Y qué es el pecado ecológico?

Por ejemplo el egoísmo, no mirar por el bien de los demás, destruir campos que nos aportar tanto. Por eso hay que trabajar mucho. También con los agricultores, solucionar ese conflicto. Escuchar y dialogar.

Fuente: Diario de Navarra