Loading...
Alt

Los orígenes de la Comunidad de Paso Carrasco comienzan en 1992, cuando 6 hermanos inician la historia de Adsis en Uruguay… Paso Carrasco es una ciudad periférica de la capital, Montevideo.

Vivimos aquí 17.000 personas, de las cuales muchas deben viajar diariamente para estudiar o trabajar. Como ciudad dormitorio, por muchos años careció de servicios de todo tipo, pero en los últimos años esto ha ido cambiando pues han reabierto ciertas industrias y también se han ampliado otras. A pesar de esto, son muchas las familias que viven en asentamientos irregulares e inundables, sobre todos niños, niñas y jóvenes.

Cuando se “baja al barrio”, a tres cuadras de la casa, Paso Carrasco se sigue pareciendo a aquel de los primeros años del 2000. “Allá en el barrio” no se habla tanto del nuevo alumbrado público ni de cuánto demoran en cambiar las luces de los semáforos de la nueva avenida… “Allá en el barrio” la preocupación más inmediata es cuándo volverá a subir el arroyo, porque si sucede, habrá que levantar lo poco que se tiene para que no lo pudra el agua… También se habla de si será verdad que recibirán la casa tantas veces prometida… si es así, ¿cuándo?. Y mientras, el duelo de dejar el barrio, los vínculos, disgregarse, y empezar de nuevo.

Aquí está la Comunidad Adsis, también conocida como “la casa de la parroquia” o incluso “del cura” para disgusto de algunos. La casa, el templo y los salones componen una pequeña manzana. En los salones funciona un proyecto en convenio con el Estado donde se desarrolla una propuesta socioeducativa para niños de edad escolar. Este proyecto lo lleva adelante la Comunidad hace casi 20 años. Lo que allí sucede: gritos, risas y cantos… se puede escuchar sin esfuerzo en la casa, que está al lado.

Hace 3 años, el Estado Uruguayo decidió que junto al “barrio”- zona regularizada pero igual eventualmente inundable- funcionaría un proyecto socioeducativo dirigido a la primera infancia. Se solicitó a Adsis su gestión. Lejos estábamos de querer ocupar lugares de gestión de servicios pero luego de un proceso de discernimiento con amigos y vecinos, que supuso un tiempo de diálogo, de acuerdos y desacuerdos… se aceptó el desafío. Muchos logros y nuevos retos están a la vista.

Los sábados también se realiza voluntariado con jóvenes que se vinculan con el barrio en actividades dirigidas a la recreación y desarrollo personal de niños y adolescentes de por acá. Estas experiencias han cambiado mucho, están en constante revisión, pero de una u otra forma, son tan antiguas como la llegada misma a “el Paso”. La imagen de “movimiento”, en Adsis, nos presta una idea clara de algo que nunca es estático.

A pesar de que estos dos proyectos “institucionales” al servicio de niños, niñas y sus familias, con frecuencia empobrecidas, atraviesan las apuestas comunitarias, queremos ser ante todo, vecinos:

Vecinos de la doña que nunca falta a misa los domingos y comparte su experiencia de fe sencilla y humilde pero profunda al extremo, esa que nos conmueve al decir “mujer, qué grande es tu fe”.

También cercanos a la vecina umbandista siempre dispuesta a compartirnos su cosmovisión y poniéndonos al día de los acontecimientos de la cuadra al igual que cuidando que estemos bien.

Vecinos de las otras organizaciones e instituciones barriales (educativas, sindicales etc) con los que codo a codo intentamos sentirnos parte de un colectivo más grande.

Vecinos también de quienes con frecuencia golpean nuestra puerta. Muchos cuentan sus historias desesperadas y piden dinero, otros llaman para entablar una charla y obtener una mirada. La excusa…¡pedir un poco de yerba para el mate!… y se van más aliviados.

Y al caer la noche, en casa, también nos hacemos vecinos compartiendo en la oración tanta vida, tanta invitación de Dios a estar disponibles para otros. Disponibles junto con otros sedientos que se acercan a compartir la Palabra y vibran por seguir buscando y ofreciendo la fuente.

Desde esta misma identidad, la de ser vecinos, es donde nos encontramos con los diversos rostros de Jesús que a veces nos pide agua junto al pozo y otras nos sana heridas profundas. Y este es un aprendizaje que nos enseñamos unos a otros, donde “el Paso” de Jesús avecinándose, necesariamente, se vuelve un Paso colectivo.

Daniel Gerarhd – Comunidad Paso Carrasco – Uruguay