Venimos de un tiempo de gestación de una esperanza común en nuestras calles y plazas, en tardes de foros y asambleas en torno a la acampada del 15 M. Ese tiempo en el que la urgencia por el estado de bienestar, en proceso de desmoronamiento, se transformó en la de crear un estado de dignidad, nos reclamó a todas y todos una nueva forma de estar presentes, nos cambió a todas los paradigmas, los sueños y las maneras de ser y estar en la realidad. Y de ahí venimos…
Escribimos esto en los días de la campaña electoral previa al 24M, 4 años después de ese despertar del 15M… en un tiempo que parece que es el mejor momento posible para provocar un cambio de sistema que revierta las cosas. Y que como ya cantó María, se derribe del trono a los poderosos quedando honrados los humildes, los hambrientos colmados mientras los ricos son despedidos con las manos vacías…
¿Cómo hacer para desandar el camino hecho que ha querido acabar con la protección social de las personas y sustituir el modelo de la beneficencia que nos han implantado por el modelo de justicia social?
Desde el 15 M a hoy hemos ido experimentando en los movimientos que han ido de las plazas a los barrios, a las realidades concretas y sus necesidades, en diferentes grupos en donde hemos ido aprendiendo a poner en común (nuestras reflexiones para una autoformación compartida, nuestro apoyo para seguir denunciando los abusos, nuestra participación en redes de apoyo y solidaridad, nuestro cuidado para proteger los derechos civiles, …) alentando también la formación de plataformas que irrumpan en el sistema político ofreciendo nuevos horizontes y alternativas.
Algunas cosas que nos parecen significativas son:
Que seamos en común:
· en común ponemos nuestros bienes y necesidades, lo cual nos permite sostenernos y poder ayudar a sostener a otros y otras, apuntalando ante algunos avisos de derribo de quienes son aún más frágiles que nosotras. Es curioso cómo este ser en común llama tanto la atención y provoca admiración a nuestro alrededor, aunque no arranque de otras, apuestas equivalentes.
· en común ponemos nuestras apuestas de ser y estar en cada lugar aunque luego cada una estemos de forma individual desde lo que es y su momento: el refuerzo escolar, las clases de español, el grupos de derechos civiles, los ritmos de resistencia, los espacios de autoformación,…
· en común con otras (sobre todo mujeres, proféticas, provocadoras, cuestionadoras, reflexivas, persistentes, solidarias, coherentes, más mayores y más jóvenes que nosotras,..) tratamos de poner luz a este tiempo que quiere alumbrar vida pero que aún no sabe bien cómo y nos ayudamos a estar alerta a tener las lámparas llenas de aceite
· en común con la ciudad, en el momento en el que las iniciativas políticas reclaman lo común, los comunes,…apoyando y acompañando a quienes concretan estas iniciativas con apuestas políticas con la marca “en común”.
Es significativo que vivimos ligeros de equipaje, no nos hemos cargado con estructuras, proyectos o decisiones que no pueden revertirse si así lo reclaman los tiempos. A lo más nos apoyamos en un pequeño local, que mantenemos con nuestros ingresos y algunos donativos, donde llevamos a cabo las actividades que impulsamos específicamente nosotras. Eso nos permite ir en cada momento discerniendo, sin grandes ataduras, si sigue teniendo sentido mantener las cosas que vamos haciendo de la misma manera o no. Por ejemplo, ya vamos viendo que seguir manteniendo las clases de español para extranjeros en nuestra ciudad, con las personas como las que hemos ido acompañando estos años, ha perdido sentido porque unas ya se manejan y no ven aliciente a mejorar su lenguaje mientras no mejoren sus posibilidades de sobrevivencia y, otras, porque viven nómadas siguiendo el calendario de las siembras o las recolecciones…
Es significativo que vivamos al día, no solo en nuestros medios de vida sino en la presencia que vivimos y proyectamos; y con la rapidez con la que pasan las cosas y los movimientos de las personas. Eso nos hace estar constantemente en cambio. A veces una querría tener más planificado o claro el futuro, saber que en algo concreto va a poder apoyarse, reclinar la cabeza,… pero al tiempo todo se mueve y hay que desperezarse. Aprendemos de muchas mujeres y hombres de nuestros contextos que viven en provisionalidad no tanto por elección sino porque así les sobreviene la vida y tratamos de encontrar con ellos lo que de este tiempo pueda ser oportunidad para vivir con frescura, con novedad y con esperanza la vida cotidiana. Forma parte de eso poner la vida en el centro, los cuidados en nuestras redes de amistad, en los duelos y pérdidas, en las apuestas comprometidas,… intentando que sea algo mutuo.
Es significativo formar parte de la levadura con otros y otras que también son fermento en esta sociedad, nos corrige de miradas cortas y rigideces, nos libera y nos pone en escenarios de cambio y movimiento y también, de alguna manera, nos hace vivir la fecundidad de otros. Por ello, nos hemos ido haciendo parte de esta corriente junto a otras personas y muchos jóvenes, antes en la red de apoyo a personas sin papeles, luego en los ritmos de resistencia, en el grupo de derechos civiles, en un proyecto de autoformación política y social que se llama «nociones comunes», formar parte de un grupo de autoconsumo por la soberanía alimentaria…..cada cual en aquello que se ve más capaz y con mayor posibilidad de aportar… Todos son espacios cambiantes que mutan a otras realidades o desaparecen a medida que cambia el contexto, el momento,…
Para ello creemos en la iniciativa personal, en la propia fecundidad, hacer experiencia cada uno y cada una y creer en las propias opciones, gestarlas, cuidarlas, compartirlas, contagiarlas… reconocer que esa iniciativa ya es colectiva y común porque en mi ya está esa dimensión del común como parte radical de mi persona, que en todo caso entre todas podemos corregir en ocasiones,… o, rectificar rumbos…
Es significativo reconocer también que esa iniciativa personal que construye
el común nos haya traído a la comunidad la presencia en Abobo (Etiopía) cuando durante tanto tiempo hemos dicho que nuestro norte es el sur. Es algo nuevo el considerar aquella presencia tan lejana de una de nosotras como presencia del común. Nos tratamos de apoyar y de compartir, de estar al tanto y sabernos unidas en la globalidad de lo que somos. Acá nos recuerda que el mundo es más amplio que lo que desde aquí se percibe, mantenemos viva la urgencia por los últimos de la tierra conscientes de que mucho de lo que allá les sucede se decide muy cerca nuestro. Y allá, estando tan lejos, significa formar parte de un proyecto de vida, de una forma de entender la presencia y la espiritualidad. Allá se agradece formar parte de una comunidad que les abre al mundo, a las distintas realidades que vivimos unas y otras pero que son interdependientes. Nos comunicamos lo esencial de la vida compartiendo más allá de un cotidiano diverso: caminos, búsquedas, sentido y sinsentido y esto es riqueza, es fraternidad
Felipe Soret
(comunidad Adsis
en Zaragoza)