Ricardo Darín decía hace poco (o quizá unas semanas, una pierde la noción del tiempo), en “Lo de Évole”: “La economía del mundo se tambalea porque sólo consumimos lo que necesitamos”.
Llevamos más de 50 días confinados, un virus nos ha metido a todas en casa. Da igual si estás en la India, en Estados Unidos, Italia o España; el mundo se ha parado. Estar confinados en casa a nivel global nos traerá consecuencias personales, sociales y económicas. Los diarios económicos señalan que ha habido mínimos históricos de movilidad, una fuerte subida del paro y el desmoronamiento de sectores como el turístico, entre otros. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía global se contraerá un 3% en 2020 (un 8% en España) en un análisis rodeado de una “incertidumbre extrema” cuyo desenlace dependerá de cómo cada país supere la pandemia.
El miércoles 29 de abril, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio el peor dato de comercio minorista en las dos décadas de las que existen cifras, con un hundimiento en marzo del 15% mensual. Hubo un repunte en alimentación, pero el resto de los sectores cayó entre un 20% y un 50%. Estas cifras impactan, sobre todo, en el comercio minorista, el comercio de barrio, donde las ventas se han desplomado un 15,3% respecto a meses anteriores. Es la mayor caída mensual desde que arranca el 2000 y solo se conoce una cifra similar en septiembre de 2012, cuando este comercio se hundió un 8% mensual en plena Gran Recesión por la entrada en vigor de la subida del IVA.
Llevamos muchos años diciéndote que no consumas, que reduzcas, que pares. Necesitaríamos tres planetas para abastecer el ritmo de consumo que manteníamos, sobre todo porque se prevé un crecimiento demográfico para 2050 que nos situará en 9.600 millones de personas. Simplemente, no es posible soportar este nivel de producción y consumo que genera fuertes impactos sobre el cambio climático y fomenta gravemente la pérdida de biodiversidad. En este tiempo hemos podido comprobar que, si queremos, podemos vivir con menos. También nos hemos podido dar cuenta de que hay cosas mucho más importantes como la salud, la familia o los espacios públicos; que el comprar por comprar.
En estos meses las cosas han cambiado y mucho. El mundo se ha parado y tenemos la oportunidad de redibujar el consumo. Desde Greenpeace te vamos a pedir que CONSUMAS. Sí, queremos que consumas y no, no hemos perdido la cabeza.
Vamos a salir por la puerta y la recesión nos va a dar una bofetada en la cara. Tenemos que reconstruir el país y el mundo. Podremos hacerlo de muchas maneras. Una vez más, lo que consumas, a quien se lo compres, y como lo compres va a ser muy importante. Nuestra forma de consumo va a decidir qué país queremos y qué mundo vamos a liderar. La reconstrucción también está en tu mano.
Debemos redefinir el consumo, transformándolo en un consumo más seguro, menor y mejor. Es el momento de promover alternativas locales, sostenibles, resilientes y que generen bienestar. Un consumo para que las personas continúen priorizando sus necesidades básicas y puedan tomar decisiones sostenibles, por sí mismas, y de una manera más segura. Esto resultará en soluciones que sean mejores para las personas y el planeta, conectándonos con nuestros vecinos y nuestras ciudades.
Alimentación
El sector de la producción local, de temporada y sostenible, tanto agrícola, como ganadera y pesquera; ha perdido en esta crisis sanitaria buena parte de su mercado debido al cierre de sus canales habituales de comercialización y por las inmensas dificultades que encuentra para su distribución.
Es el momento de seguir poniendo en valor los productos locales, de temporada y sostenibles: fomenta tu compra en cooperativas, en comercios locales y mercados de barrio ya sea online o físicamente.
Moda
Esta industria sigue siendo uno de los sectores más contaminantes del mundo con un 10% de la contaminación global bajo su responsabilidad, es decir, 1.700 millones de toneladas de CO2 emitidas por año. Debido a la crisis, además, se reducirán un 40% las ventas del sector textil, desaparecerán una cuarta parte de las empresas y más de 65.000 empleos.
Por lo que consumidores e industria debemos de modificar nuestros hábitos: pídeles que muevan su producción, que dejen de producir tanto, que se conviertan en más sostenibles y más duraderas y que compartan el mercado y, por tanto, la riqueza. Pide también que fomenten las alternativas como la reparación y el intercambio en sus establecimientos; eso sí es verdadera economía circular. Esto dará otros trabajos en cadena y acercará la industria, convirtiéndola en más sostenible. Hay algo más allá de la fast fashion (moda rápida): el slow fashion, un consumo sostenible, posiblemente más caro pero que es de mayor calidad y las prendas duran mucho más.
Elementos de un sólo uso
Plásticos, toallitas, papeles y elementos de usar y tirar; aquellos que están minutos en nuestras manos y cientos de años en el medio ambiente siguen siendo un producto de consumo. Su uso, sobre todo en el caso de plásticos destinados a uso sanitario, ha sido importante en esta pandemia. Pero es esencial que una vez pasada esta crisis sanitaria evaluemos la situación y podamos seguir apostando por los sistemas que reducen los residuos que generamos. Es fundamental que la necesidad de utilizar ciertos plásticos desechables ahora no se transforme en un argumento de la industria del plástico para seguir produciéndose masivamente en el futuro.
Por esto seguimos apostando por el rellenado, la reutilización y los sistemas de residuo cero. Estos crean empleos locales y comunidades resilientes, que aguantan cambios y dificultades como la que vivimos ahora. La pandemia no puede ser una excusa para fomentar de nuevo el uso masivo del plástico. Es un retroceso de enormes consecuencias para nuestros océanos y planeta. La alternativa pasa por promover la desinfección de locales, el distanciamiento propuesto y medidas de sanidad asociadas. Ahora más que nunca, tenemos que seguir buscando comercios que nos ofrezcan alternativas no desechables.
Algunos comercios ya empiezan a abrir sus puertas, con una gran incertidumbre de seguridad y económica. Y desde Greenpeace te animamos a que consumas. Consume de manera segura, sostenible, local y solo aquello que necesitas. Decidir dónde vas a poner tu dinero, es un acto tan político como votar: decides qué tipo de empresas quieres para el futuro de nuestro país, nuestra sociedad y nuestro planeta.
Doctora en Biología por la Universidad de Alicante y Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad Europea de Madrid. Coordino el Área de Consumo de Greenpeace España, que trabaja en plásticos, alimentación (carne y derivados lácteos y pescado sostenible), movilidad, moda sostenible, ciudades y consumo sostenible. Twitter: @celia_ojeda
Fuente original: Greenpeace