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Un tráfico caótico que hipnotiza, un matecito de coca para la altura y el cansancio, la mesa redonda de la cocina al centro de la casa, la Pachamama en el Illimani y el azul del lago, las señoras de Senkata cargando sus wawas a la espalda, un colegio lleno de colores y recuerdos, el sol y las estrellas muy cerquita, canciones en aymara, las luces de La Paz por la noche, niñas que crecen y cambian, corazones que permanecen…

Estas son sólo algunas de las imágenes que se me vienen a la cabeza cuando pienso en mi tiempo como voluntaria en El Alto, Bolivia. Os seré sincera, para mí estos meses difícilmente pueden resumirse sólo como una experiencia de voluntariado. Han sido eso…pero a la vez muchas más cosas. Mi caso es un poco raro porque soy una “hija de comunidad”. Para mí, Adsis es hogar y familia; es lo normal, lo cómodo, lo cotidiano. Y Bolivia no es cualquier país, El Alto no es cualquier ciudad… es el lugar donde pasé mi infancia y crecí. En muchos sentidos es mi casa y una parte muy importante de quién soy. 

Por todo esto, cuando el año pasado tuve la oportunidad (y la suerte) de poder irme de voluntaria, decidí volver. Es cierto que parte de mi decisión tuvo que ver con esa inquietud que muchos tenemos dentro y que nos empuja a querer hacer un mundo mejor (o, como decís los de Adsis, a construir Reino de Dios). Pero, no os voy a mentir, también me impulsó el deseo de reencontrarme con amigos y amigas, con mi casa y conmigo misma.  

 

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Esta ha sido una experiencia muy bonita, muy emocionante, muy interior. Una experiencia de encuentros y de compartir el día a día, lo más concreto de la vida, con muchas personas lindísimas y a las que he llegado a querer un montón. 

También ha habido momentos difíciles. Es duro ponerte delante de tanta injusticia social, de sufrimientos concretos, de jóvenes como yo -con planes y sueños- y saber que la vida se lo va a poner mucho más difícil que a mí. A veces te pone triste, a veces te da rabia y a veces (sobre todo si lo compartes con amigo/as) te da fuerzas para seguir luchando juntas.

Autor: Lucía Navarro

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